viernes, octubre 12, 2007

Revelaciones

Mientras leía en el tren, mientras me disponía a disfrutar de uno de mis primeros festivos como tal, no por descanso, asunto propio o vacación, sino por, en este caso, la Hispanidad. Mientras voy dejando en el horizonte de mi ventana la la maravillosa torre con el ojo de Sauron (¡vivan las energías renovables!) retando al mismísimo sol. Mientras todo eso ocurre, aunque ya haya dejado de ocurrir, descubro con emoción que la protagonista o al menos el personaje femenino (protagonista solo hay uno y es el que narra, el que cuenta aún pensando que uno no debería contar nunca nada...) de la fascinante trilogía 'Tu rostro mañana' (Javier Marías, of course) se llama PATRICIA.
¿No es una deliciosa casualidad? Durante las dos primeras partes, al menos así lo recuerdo yo (y de algo así me acordaría) no se desvela nunca el nombre de pila de esta joven espía. El narrador, nuestro hombre, siempre se refiere a ella por sus apellidos, como Pérez Nuix. Y de repente, en la página 83 del último volumen (un tocho de 705 páginas) leo:

"Cuando un nombre femenino aparecía en nuestras conversaciones, el de Patricia Pérez Nuix era, por fuerza, el más persistente y duradero".

¿No les parece realmente maravilloso? Probablemente no. Pero a mí, el detalle, me ha llenado de optimismo los bolsillos.
Hasta el próximo terremoto.

domingo, octubre 07, 2007

El final es un beso escondido detrás de un sombrero

Es tanto lo que se pierde, dice quien ya todos saben que lo dice.
Estos días no he parado de pensar, me esfuerzo mucho en recordar a cual de mis compis becarios vi antes o en qué consistía exactamente aquella primera broma que Vicente me hizo, cuando apenas acababa de saber su nombre [me pareció toda una osadía]. Soy incapaz. Sé que aquel primer día, de aquel verano de 2004, Raquel Rendón llevaba su falda larga azul cielo, el pelo largo y sus antiguas gafas de montura ligera. Y sé, lo recuerdo, que al verla pensé [lo juro] que me llevaría bien con ella.
También recuerdo que fue en el ordenador de Montenegro donde me senté en aquella clase de iniciación al Millenium y al Arcano (no imaginábamos entonces cuanto nos llegaría a desesperar el dichoso archivo) de un Juan Aurelio aún desconocido. Recuerdo aquella suerte de primera y única reunión de primera con el dire diciéndonos que todo sería maravilloso. Recuerdo a los jefes mirándonos con media sonrisa y recuerdo lo deprisa que Ana del Rocío contestó cuando preguntaron quién quería irse a Deportes.
Siempre me ha gustado pensar que aquella quinta de becarios fue de lo mejorcito que pasó por Huelva Información (disculpen la falta de modestia).
Y puedo seguir con los recuerdos… La sonrisa de Sugrañes diciéndome "Claro que sí", cuando me ofrecieron quedarme y acepté. La marcha de David Mingo (la primera de tantas que vinieron después). Y desde entonces las manazas de Paco Núñez golpeando mi teclado (y sus bromas, y sus consejos, y su amistad, y sí, también su marcha), los comentarios de Mónica, la ironía de Justo, la bondad de Zalvide, los paquetes de Doritos que me arrebataron; el café con leche con menos dos de azúcar. Los "pásalos al 210"; los desesperantes envíos de los corresponsales, siempre a las tantas; la voz de Chacho, al modo de padre de Hamlet que llega desde el fondo de la redacción; el sonido de la impresora; el armario de chuches de Deportes; los cambios y las escaleras de Sambell; los diseños de Rodolfo; las críticas de cine de Mili; los ‘Maricebolla’ de la ‘Mariajo’; los tacones por el pasillo de la redacción; los pellizcos de Carlos; la complicidad de Peinazo (mi redactor jefe ya para siempre); los café a las once; el digital de AnaRo; la melena rubia de Saray; las 40 páginas del suplemento de construcción del Quinichi y luego sus dobles de Tráfico (volumen II); la llegada de Rosa; las coca cola Light de la Gallego; la sonrisa de Ana (y sus gráficos). SantiPonce. El diario de la Gran Vía con sones de Amaral que nos brindó Serradilla. Los cascos de Princesa Leia; las visitas de Yolanda; las patadas a papeleras; los Contro+S+ Intro, el Mac de Fran Info; los ‘tengo miedo’ de Dona, el brillo en los ojos de los fotógrafos. El ‘Hasta mañana’ de Tere, siempre, aunque no trabaje al día siguiente o se vaya de vacaciones. Los goles del recre y los marrones de sucesos; las fotos de la última; la fuente de agua (al fin), los brindis con el alcalde y las visitas solidarias de Barragán; la barba de Helenio, y sus maquetas a lápiz, repletas de breves. El olor a fábrica, a salitre y los colores del atardecer junto a la Ría. El protocolo telefónico de Enrique. Las historias de Sugrañes (que me enseñaron a conocer Huelva) y cada tarde, una tras otra cada noche una tras otra, la ida y vuelta a casa en compañía de Vicente.
Podría seguir con los recuerdos, y sin embargo, es tanto lo que se pierde. Han cabido tantas cosas en tres años, tantas que algunas ya ni las recuerdo. Y lamento no ser una máquina, no tener una memoria de mil gigas para poder tener un registro pormenorizado de todos y cada uno de los segundos que he pasado en esa redacción, infierno y paraíso, puerta del bien y del mal.
Me marcho de donde ya creía que nunca me marcharía. Me voy con un nudo en la garganta, y sin la certeza, las siempre necesarias certezas. Me voy con una foto en la retina, como en La Playa (¿se acuerdan?), ese instante perfecto de carpe diem, de felicidad infinita. Me marcho y me llevo una familia en el bolso de Jordi Labanda. Me marcho y una parte de mí se queda (y no me refiero, sólo, a las toneladas de papeles que aún debo recoger). Me marcho y deseo quedarme, aunque sepa que en el fondo, hago bien en marcharme. Me marcho y automáticamente se genera una nueva sombra, un nuevo fantasma en mi negra espalda del tiempo, de la misma manera que con tan sólo un clic, surgen las páginas en la carpeta de pdf automáticos.
Me marcho y ahora que ya me he marchado, me parece mentira. Me marcho y nunca pensé que sería tan difícil marcharme.
Pero ya está, ya se hizo, al fin cumplo mi sueño y me convierto en una suerte de participante de Gran Hermano, una voz similar a la de Mercedes Milá ya ha comenzado con el ritual: "la puerta de Huelva Información se abre para que salga… Patricia".
Que verdad tan verdadera aquella de que las cosas nunca son como las hubiéramos imaginado. Por más versiones que de ellas tengamos en la cabeza, por más variantes, al final, la realidad siempre nos sorprende. Este post no es como el que soñé.

viernes, octubre 05, 2007

Palabras prestadas

Repetir cada acto querido nos acerca algo más a su término, y lo malo es que también nos acerca no repetirlos, todo viaja lentamente hacia su difuminación en medio de nuestras aceleraciones inútiles y nuestros retrasos ficticios, y sólo la última vez es la última. [Javier Marías]


Hoy es mi último día de trabajo en Huelva Información. Y mis palabras no encuentran voz.

jueves, octubre 04, 2007

Igual que los dinosaurios

Qué puedo decir, excepto que la poderosa tormenta de anoche me despertó en medio de la madrugada. La lluvia caía con tanta fuerza y en tanta cantidad (imaginaba yo en medio de la oscuridad, poco era lo que veía a través de la ventana) que no tuve más remedio que salir de la cama (mi grandiosa cama de 150 como la de papá y mamá) y comprobar que el balcón estaba bien cerrado. Las tuberías rechinaban detrás de los azulejos de mi cuarto de baño y los truenos parecían misiles abujereando el cielo de Huelva. En tales circunstancias no pude evitar pensar en los vecinos de Alcalá de Guadaira, preguntándome si nosotros terminaríamos siendo también zona catastrófica, pensé en mi familia y pensé en el corresponsal de Riotinto que al día siguiente (por hoy) debía ir a Berrocal hacer fotos de un colegio a petición mía. Lo imaginé en su coche con su cámara de fotos digital doméstica en el asiento del copiloto arriesgando su vida mientras se abría paso entre la lluvia. Y por supuesto (mi vena periodística despiadada, siempre alerta) pensé en la carga de trabajo que nos supondría tener un día como estaba resultando la madrugada. Sin olvidar que los bajos de mis pantalones morirían nada más oler la calle.
Sé que en cuestiones del tiempo (con minúsculas) se tiende a olvidar el pasado. Y cada año decimos este es el verano más caluroso, el invierno más frío, la tormenta más grande que he visto jamás... hasta que el experto sonríe desde su guarida de medir tiempo (con minúsculas otras vez) y nos pone los datos por delante para demostrar que ya antes algunos otros pasaron más calor que el que estamos pasando nosotros, o más frío o vieron caer más lluvia que la que nosotros vemos caer ahora a través de la ventana, o más bien intuimos en la madrugada. Y sin embargo, anoche, sentada en mi cama oyendo tronar fuera no pude evitar pensar en ese concepto ya mediático (todo lo absorbe el monstruo) de cambio climático. De cielos cayendo sobre la tierra, de una naturaleza en la que nunca estaremos a salvo.
E imagino otra madrugada que vendrá, con más tormentas con más truenos y relámpagos, con más agua cayendo (y así lo demostrarán, esta vez, también los datos) mientras una voz divina, a penas imperceptible, nos grita: igual que los dinosaurios...

miércoles, septiembre 19, 2007

Desnortada

Acurrucada sobre mí misma, como si estuviera adormilada en un cascarón de nuez, hoy me siento como una princesa TACATÁ. Pequeña, vulnerable al máximo. Sensible ante el mundo hostil que no me comprende. Con ganas de plegarme y esconderme, con ganas de que el mundo desapareciera, con el deseo de transformar mis merceditas deportivas rojas en unos verdaderos tacones rojos de rubí dispuestos a realizar el viaje inverso, de entrada, es vez de salida, al maravilloso mundo de OZ.
Esta noche velarán por mí los terribles y malvados interrogantes. Otra vez ellos. Sin una respuesta fácil. La pérdida está garantizada.

lunes, septiembre 03, 2007

Pensando en el terremoto








Sentencia mi Javier Marías [perdón] que entre los principales males que acechan al Hombre está el de no figurar allí donde se pudo. "Ese podría haber sido yo". Cuántas veces en la Historia se habrá murmurado, pensado o incluso gritado esa frase. A veces con odio y rencor, otras con resentimiento, incluso con vergüenza por no haber asumido el destino que, en teoría, nos fue dado al comienzo del Tiempo [como en La vida secreta de las palabras].



Todos llevamos dentro ese alma de figurante, esa obsesión por la huella que de pequeños nos arrastra a corretear por el cemento fresco [a pesar del cartel de prohibido] y de jóvenes y de adultos y de mayores nos coge las llaves para arañar sobre la mesa del Moli Malon [disculpen los choqueros que no sepa como se escribe] nuestro nombre y el de quien nos acompaña, y aún más la fecha en la que lo hacemos. En las puertas de los servicios públicos, en lo más alto de la torre Eiffel o en la barandilla oxidada del puente que cruza la presa de Aznalcóllar, abundan los corazones, las declaraciones eternas de amor y amistad, las venganzas y rencores pasajeros, guardados, sin embargo, para la posteridad, como aquel maravilloso 'Tom (?) estuvo aquí' de Cadena perpetua y también de Kamchatka.


Ansiamos nuestro minuto de gloria, como el de Abel Antom entrando en el Estadio Olímpico de la Cartuja, con una fuerza invisible llegada desde no se sabe donde que todavía lo mantenía en pie y corriendo [como si se tratara de aquel primer griego que echó a correr], mientras un público eufórico zarandeaba, como nunca, las banderas de la España. La marea azul que acompaña a Fernando Alonso o los inolvidables "Indurain, Indurain, Indurain", haciendo temblar los adoquines de los Campos Eliseos. Trueba dando las gracias a Billy Wilder y Almodóbar a la Virgin of Cabeza. E incluso, aquel madurito que utilizó el comodín de la llamada para decirle a su buena esposa, en er vivo y en er directo, que acababa de ganar el 50x15.


Mientras los equipos de medio mundo salían a jugar con el 16 de Puerta en el pecho en hermoso y sin precedente homenaje póstumo, el entrenador de un club de los de campos de albero y pelea seguro con el arbitro los domingos, tuvo escaso minuto y medio para hablar del jugador, su jugador, de 31 años que acababa de fallecer también por muerte súbita. Para él no ha habido minutos de silencio en media Europa, ni presidentes enemigos reconciliados por el dolor. Bueno, quizá tampoco lo necesitara. Ni él ni su familia y amigos, que si lo sienten y añoran, si lo homenajean desde su humilde anonimato. Y añado: lo entiendo. Entiendo el trato distinto para cada uno, entiendo el sufrimiento desconocido, el dolor sin nombre que cada día se desvanece en el planeta para dar paso al que sigue. Y sin embargo [otra vez] no puedo evitarlo. No puedo evitar pensar en el miedo, la angustia o la frustración de no figurar allá donde pudimos o debimos; de no estar en el lugar al que optamos o en el que nos hubiera gustado estar. No conseguir nuestro particular instante justo en el sitio adecuado, nuestro "punto de Andy Warhol", como alguien maravillándome apuntaba ayer.
Hasta el próximo terremoto


viernes, agosto 31, 2007

Mi Música [y la de otros] (I)

Para regresar con fuerza después de tanta ausencia, quería, ya que es una práctica habitual entre los blogs que visito y leo y venero, dejaros una canción por aquí, tipo (comme no) enlace al you tube... he pensado y pensado, tengo el noúmeno reventaito de tanto darle vueltas al asunto y finalmente no he podido elegir una canción. Lo siento, pero no he tenido más remedio que decidirme por dos, aunque prometo volver con nuevos títulos...
La primera es la banda sonora de una de las últimas mejores noches que he pasado. Con la Fe Descubridora de testigo, con la cantarina Ría de Huelva, la compañía de "excelencia" y la arena fría colándose entre los dedos de los pies... La calidad del vídeo no es demasiado buena, lo siento, no he encontrado otra cosa... además, tengo que advertirles que por la capital onubense rula otra versión mucho más hermosa, más trabajada, que espero alguna vez tengan la oportunidad de escuchar porque no la olvidarán ya nunca.
La otra, lo siento, chicos, pero no he podido resistirme a ponerla porque fue parte de la banda sonora de un verano, que recuerdo como de los mejores y porque esta versión es de las que aportan, de las que dan, de las que contribuyen al pellizco en el estómago y al nudo en la garganta.
Espero que las disfruten.

jueves, agosto 30, 2007

Deletrea de Eritrea



"En cuanto se termina una comida o se acaba un baile, la princesa Deletrea de Eritrea se larga la primera y sube la escalera de los mil escalones que lleva a los salones de la gran biblioteca."

Ser una princesa, de las de verdad, de las de cuento de hadas y finales felices, debe ser de lo más reconfortante. Lo bueno de las historias es que en ellas todo es posible, incluso que una plebeya como yo [a pesar de mi noble nombre] reaparezca convertida en uno de esos delicados seres capaces de notar el bulto de un guisante sobre cien colchones de plumas. Bueno, no quiero que piensen que me he vuelto tan despreciablemente caprichosa (cualidad más odiada de las princesas) sólo quería informarles de dos cosas. Una relacionada con la otra. Quizá deba empezar confirmando lo que ya, de alguna forma, ha sido revelado, y es que ya tengo en mi biblioteca un magnífico ejemplar de Princesas olvidadas, ese libro por el que tanto he suspirado y del que estaba terriblemente encaprichada, cual princesa, y del que he tomado el comienzo de este post.
La otra noticia es que el pasado 26 de agosto se cumplió un año, cuatro días y diez horas desde que mi príncipe de largas pestañas, pómulos perfectos y perfiladas cejas reapareciera en mi horizonte, cabalgando sobre su caballo blanco y sonriéndome y mirándome como nunca nadie antes lo había hecho. Ni siquiera él.
Él, que si es príncipe de los verdaderos, de los que te besan en el último párrafo para despertarte de un largo sueño de cien años, fue quien me convirtió a mí, simple plebeya, en una tonta y cursi princesa de suspiros de fresa [hay que serlo para escribir algo así y dejar que los demás lo lean], contenta de ser feliz.









miércoles, agosto 29, 2007

Quis necavit equitem

Dios mueve al jugador, y éste a la pieza.
¿Qué Dios detrás Dios la trama empieza?
J.L.Borges.

La nostalgía [poniendo el acento en la última sílaba como graciosamente un francés decía] invade mi reino. Este estado de ánimo es pasaporte ideal para la negra espalda del tiempo, así que aprovecho el arrebato y me conecto antes de que los dioses me dejen, una vez más de tantas otras, con un post a medio escribir que nunca verá la luz (ummm... esto me hace pensar en algo... quizá escriba algo al respecto).
Anoche, en uno de los habituales y desesperantes zapeos de mi progenitor, dimos con una de las películas más horribles y peor hechas de la historia de Hill Valley: 'La tabla de Flandes', basada, efectivamente, en la novela de Pérez Reverte, el escritor con el que me inicié en el arte de las lecturas para adultos.
Y ya digo, de una trama tan cinematográfica como la que nos brindó el viejo corsario surgió, sin embargo, una estúpida película... llena de personajes que nada tienen que ver con los de la novela, excepto los nombres [sobre todo mi Muñoz, convertido por las malas artes de no sé qué director, en un saltimbanqui catalán, despojado de aquella enigmática gabardina de cuellos siempre alzados tras la que se escondía su lógica ajedrecista]. En fin, La tabla de Flandes es una novela a la que me siento atada, a la que pertenezco y me pertenece por muchos motivos y hoy de nuevo he vuelto a ella. Ver la película, por pésima que fuera, volvió a inquietarme, volví a sentir esa emoción de ir desenredando la trama Revertiana con la que tanto disfruté en su momento. Renegué de Pérez Reverte después de haberme bebido sus libros, como se suele hacer de todo aquello que alguna vez nos marcó y nos influyó hasta el infinito. Y después de reconciliarme con él, leí por segunda vez (y por primera vez en mi vida) su novela de pe a pa. Sin saltarme ni una sola de sus parrafadas, tirando otra vez del hilo, cayendo de nuevo en los misterios que rodeaban aquel magnífico cuadro flamenco. ¿Quién mató al caballero? Todavía la pregunta me produce algún que otro escalofrío.
A las novelas de Pérez Reverte siempre le faltó algo de fondo, algo del existencialismo que, sin embargo, abunda en mi Marías... y después de leer su Pintor de Batallas o después de seguir las aventuras de su Alatriste, me doy cuenta de que no es porque no sea capaz, sino porque no le interesa... él es, por encima de todo lector [aunque ya lo ha olvidado un poco, también él reniega en cierto modo de lo que fue y le marcó] y supongo que escribe aquello que le hubiera gustado leer. Tal vez sea esa la clave de su éxito.
Con aquella cita de Borges con la que arranca el primer capítulo, me entrego de nuevo a él, como si tuviera trece años...es que, y tal vez algún día tenga que escribir sobre ello, no hay viaje en el tiempo más efectivo que el de regresar a Aznalcóllar.

Hasta el próximo terremoto.

domingo, julio 29, 2007

El regreso posible

Pensaba que el título de mi anterior y antiquísimo post se había convertido en un mal augurio... Dios! Cuánto tiempo sin escribir por estos lares, tanto que he perdido la práctica, que ya no estoy segura de qué quiero contarles, ni siquiera de si quiero contarles algo...
Hace unos meses esbocé en uno de mis cuadernitos de Jordi Labanda (cuanto bien hizo Bonanza poniendo a mitad de precio este producto de primera necesidad [para mí]) la que había sido una extraña revelación de las noches preveraniegas: mi Blog tendría un fin. En efecto, un día cualquiera, de los de preparar alguna verduracha (que diría mi amor) en mi antigua y gigantesca cocina, supe que en algún momento de mi existencia tendría que dejar de escribir sobre la negra espalda del tiempo. No es que antes me viera inmortal, eternamente narrando mis idas y venidas a un grupo indeterminado de lectores en la sombra o iluminados, pero al menos no había pensado en su final absoluto, sin embargo, en aquel momento sí lo hice, y durante todo este tiempo que llevo sin escribir [sí, arrastrada por las circunstancias, pero quién me dice que no sea una señal]no he podido evitar pensar si de repente, sin que pudiera darme cuenta ya hubiera llegado ese instante, ese temido e inevitable acabamiento.
Y sin embargo (en todas las grandes historias hay uno de éstos), al disponer (también de repente y momentáneamente) de Internet, mi primer impulso ha sido el de volver a pasear por este oscuro territorio, repleto de desiertos todavía por descubrir... y al hacerlo he recordado lo que su padre le decía a Escalarta O'Hara: "la tierra es lo único que permanece". Supongo, que dados los nuevos tiempos, esta frase se hace extensible a las pequeñas patrias virtuales que cada uno a su forma, a su gusto (o eso creemos, es mayor de lo que pensamos el influjo de las estrellas en nuestras acciones) ha decidido (?) crear. Sé que también es norma que en estos nuevos tiempos poco sea lo que perdure, pero las paradojas también abundan: lejos es aquí mismo, etc. Así que, hermanos, vuelvo hoy sin saber cuándo volveré, pero lo hago con la certeza y la tranquilidad, de que el punto y final de esta noche no será definitivo.
Hay regresos que sí son posibles.
Hasta el próximo terremoto.

domingo, julio 08, 2007

Le retour n'est pas possible

Eso dicen en El Señor de los Anillos, que no hay regreso posible. Casi hace un mes que no escribo nada en este blog y por una vez me saltaré esta máxima del dios Tiempo para regresar, para deambular otra vez por mi negra espalda del tiempo. En realidad, los motivos de mi ausencia son mucho menos trascendentales de lo que pudiera parecer: he perdido el wifi, eso es todo. No es que sufra una crisis de folio en blanco, simplemente que no tengo internet. Después de haber disfrutado de la red de redes en casa, ahora me resulta extraño no disponer de ella, y para esto del blog es un verdadero rollo. Porque ni puedo mantener vivo el mío con un mínimo de decencia, ni tampoco puedo visitar los de los demás. Así que si alguien queda por aquí de todos aquellos que andáis por ahí: lo siento. Siento no estar durante tanto tiempo. Ya veré si dentro de unos meses puedo permitirme el lujo (nunca mejor dicho) de ser una chica enchufada! Juro que buscaré la forma legal o ilegal de mantenerme atada, aunque sea por un hilo, a nuestra familia bloguera.

En este cuasi-mes han sucedido muchas cosas... llegó el final de junio y un terrible fin de semana de mudanza que me dejó heridas de guerra por todo el cuerpo. Cómo una persona puede llegar a acumular tanto? y luego esa sensación de ver el piso vacío, de saber (aunque cueste a hacerse a la idea) que no volverás a pasar una noche allí. Coger el último paquete y dejar el juego de llaves sobre la mesa con todo cerrado (de nuevo Friends). Y al mismo tiempo, diez minutos a pie de ese lugar, una nueva puerta que se abre. Una semana entera de vacaciones (la primera del verano) para hacerme al nuevo hogar (una delicia con tan buena compañía como tuve). Ya soy pues oficialmente, una chica de barrio, pero no crean, la Plaza Niña sigue siendo mi Plaza Niña... y de nuevo digo... hay lugares de los que no se regresa nunca.

Quería aprovechar este nuevo post, tipo crisis (léase cambio) para colgar una foto y hacer un anuncio.
La foto es esta:



Y el anuncio es este:
desde mi nuevo balcón puedo ver la ciudad encantada del Polo Químico.

Hasta el próximo terremoto.

viernes, junio 22, 2007

Dudas

Cuando veo Los hombres de Paco, no piensen que me limito sólo a contemplar la potente belleza de mi Lucas. No sólo. A veces, consigo sacar de la serie alguna bonita reflexión. Qué difícil es comprender a los demás, verdad? Porque claro, nosotros tenemos nuestros propios principios, nuestros propios criterios y mandamientos, lo que está bien para algunos está muy mal para otros, lo que es importante para alguien, no lo es en absoluto para otro... cómo podemos comprender entonces al prójimo si nos hace algo que para él es absolutamente normal y que a nosotros nos parece un ataque directo a nuestras acciones, a nuestra entrega... Dónde está el límite de la tolerancia? Debemos decir, bueno es que es así, y conformarnos. Acaso tenemos derecho a reproche alguno? Pero es justo esa resignación hacia lo que hace el otro y que nosotros consideramos, al menos, algo doloroso e injusto. Sé que dramatizo. Estoy pensando que quizá debía hacerme actriz en vez de periodista. Pero no puedo evitarlo. Surgen las dudas, hermanos. Y no hay nada más desesperante que las pesadas, maliciosas y horripilantes dudas.

sábado, junio 16, 2007

Princesas olvidadas

Creo que desde hace ya demasiado tiempo, este blog ha devenido en exceso en un diario privado, más propio de quinceañeras que de alguien que, como la Pantoja, no habla de su vida. No, es que para variar hoy no me apetece hablar de mí, aunque en el momento en que escribo ya lo estoy haciendo, no? Todo esto, pequeños míos, para hacer referencia un libro mágico que todavía no he podido adquirir, pero que sin duda, alguna vez, formará parte de mi biblioteca. A Dios pongo por testigo que así será.
Es un libro delicioso, que se vende como rosquillas entre las pequeñas españolas, pero del que yo reivindico desde aquí, mi derecho a comprarlo, a pesar de los 25 ladrillos que llevo sobre mis hombros. Oh, Marías, como pesa el paso del Tiempo. Tanto desvarío, como digo, para hablaros de Princesas Olvidadas.

Son como pequeños perfiles de algunas princesas desconocidas. Sus nombres, su origen, sus gustos, su ocupación (si es que una princesa puede tener de esto)... detalles exquisitos, muy a lo Principito, que quizá alguno pueda considerar algo tontos o absurdos (Marías, perdónalos porque no saben lo que hacen). Y lo mejor unas hermosísimas ilustraciones, de las que, perdonadme, sólo encontré la de arriba. Es un libro grande, de los de sentarse en la cama y colocarlo sobre el regazo y pasar las páginas lentamente y disfrutar de lo que uno contempla.
Y que conste que si os hablo de ello, no es para que compréis el libro... me niego a que alguno de los de mi entorno lo tenga antes que yo. Así que, hasta nuevo aviso, sólo os permito disfrutar de algún ejemplar en las librerías.


Hasta el próximo terremoto.

miércoles, junio 13, 2007

El Universo conspira o el final es un beso escondido detrás de un sombrero

Estamos a final de curso... (es curioso como los que hemos sido estudiantes, conservamos esta particular forma de medir los años, de septiembre a junio. Marcados para siempre por el curso académico.) A penas quedan unas semanas para que comience el periodo oficial de vacaciones, y el día de hoy está resultando de lo más extraño. Oficialmente, ya puedo decirlo, tengo nuevo piso. Un apartamento en Matadero, el barrio periodístico (como dijo la Raquelilla), super mono, con una sola habitación, enterito para mí. Sí, hermanos, dejo de compartir piso, y de repente me siento más adulta, aunque no sé si eso es bueno. Después de tres años, compartiendo piso con Ana y Manoli, nos separamos, y tampoco es que esté demasiado preparada para ello. A veces, aunque sepamos que es imposible, tendemos a creer que nuestra vida no cambiará mucho. Y no podemos evitar, al menos yo, sorprendernos a medida que los acontecimientos se suceden, aunque en nuestro interior llevaramos ya algún tiempo esperándolos. Para colmo, sin saber por qué, hoy me he bajado del emule 'American Pie,' la canción de Bob Dylan, que me recuerda al instituto (¿recuerdas, Valle?) y por tanto, trae más nostalgia a mi vida.
El remate ideal para este cuadro, lo imaginan? Sí, pequeños, Cuatro ha vuelto a deleitarnos con el último capítulo de Friends que ya saben lo que para mí supone (remito al post La insoportable levedad del ser).
Así que, aquí estoy, en mi miércoles de descanso, pensando que desde mi nuevo dormitorio no podré ver las luces del Polo Químico, que tanto me inspiran sin que sepa el por qué. Pienso en cómo pagaré el alquiler, mucho más alto, y en cómo podré afrontar el primer pago de la VPO (ya empiezan a pedir dinero...). Pienso en que dejo algo atrás, aunque tampoco consigo ver qué es. Ni si lo echaré en falta. Pienso en que quizás tenga un sentido demasiado dramático de la vida. Y pienso en que, tal vez, me crea demasiado a menudo el centro de un Universo en expansión que prontó llegará a su Big Crash (todo cerdo tiene su San Martín)...
Menos mal que esta noche ponen Los hombres de Paco.

martes, junio 05, 2007

J.R.J

¡No la toqueis ya más, que así es la rosa!

martes, mayo 29, 2007

Y sin embargo, se mueve

Sábado de Literatura. Mi encantador príncipe y yo hicimos una pequeña ruta por algunas de las librerías del centro de Sevilla. Pasamos por la de El Corte Inglés (íbamos buscando un disco que solo lo había allí y de paso...); la maravillosa Librería Beta (antes Teatro Imperial), que recorrimos de arriba a bajo, desde el gallinero hasta el patio de butacas (deberíamos todos darle las gracias a Beta por haber respetado el lugar y haberlo convertido en un lugar tan mágico) y finalmente, cómo no, la tercera planta de la FNAC, donde el mejor librero de Sevilla nos atendió y donde al fin pude comprar El Monarca del Tiempo, una de las primeras novelas de mi querido Marías, reeditada y que no se han dignado a llevar a ninguna librería, mu fuerte...


Todo esto para decir, que mirando y mirando libros, di con una de las ediciones especiales que este año han sacado de Cien Años de Soledad. Una novela que se me resistió en su momento (lo confieso me aburría enormemente), pero de la que estoy segura (atendiendo a la advertencia que hace ya unos años me hiciera mi profesor de Literatura) tendré que leer algún día. A mi favor diré que me encanta el comienzo del libro, y el otro día no pude resistirme a coger uno de los ejemplares, abrirlo y buscar esa primera parrafada:




"Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo. Macondo era entonces una aldea de 20 casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos. El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo".




Bueno, aquí donde la ven. Toda ella es ya una obra de arte por muchos motivos que no vienen a cuento y que me resultaría demasiado difícil explicar sin parecer pedante. Pero les pediría que volvieran a leer la última frase, El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo. Increíble.



Me gusta mucho ese mundo 'tan reciente' en el que todo está por ver, en el que todavía nos pueden sorprender. Y lo echo mucho de menos. El domingo me aconsejaban: "No vayas a escribir sobre lo que tú descubras", a propósito de mi primera incursión a la procesión de la Virgen del Rocío por la aldea (merece un post propio). "Se supone que noticia debe ser lo que no está previsto", me decían en otro lugar, en otro contexto, y sin embargo, a diario, los periodistas trabajamos, casi en exclusividad, con una agenda de previsiones. No sé por qué rechazamos lo nuevo, lo diferente... no sé por qué la gente ya no siente fascinación por las cosas que se hacen a su alrededor, por el trabajo de los otros y lo único que hacen es burlarse con frases de "eso lo hago yo". Y ya está, como si ya nada pudiera aportarse al mundo, como si no quedara nada por hacer. Creo que estamos demasiado picardeados, hemos perdido nuestra ingenuidad. Sota, caballo y rey. No más.


Soy consciente de la confusión de ideas, pero a partir de todo esto no quería dejar de mencionar una escena maravillosa de la película Alatriste que me dejé sin comentar cuando os hablé de ella.

Es el momento en el que el Capitán va a visitar al Conde de Guadalmedina (creo) y encuentra en una sala un montón de lienzos, recién comprados parece. Alatriste, ese soldado viejo, de vuelta de todo, podría decirse, con cicatrices por todo el cuerpo y mirada llena de sombras, se acerca sin embargo a uno de ellos con toda la fascinación de un niño que acaba de llegar al mundo.

Se acerca al cuadro con cuidado, con una atención impropia de un hombre que vende su espada al mejor postor, y con el dedo índice de su mano derecha intenta acariciar la gota de agua que resvala de una forma tan real por el búcaro. Me llama la atención esa escena, por ese contraste del que les vengo hablando. El soldado duro (y más en aquella época) con esa sensibilidad, con esa ingenuidad, si me lo permiten, de pensar, aunque sólo fuera durante un segundo, que la gota de agua estaba allí, de tan perfecta que la habían pintado. Nunca vi al Capitán tan vulnerable como ante ese cuadro. Sin duda, podrían decir que Alatriste es un personaje, y que quizás un verdadero hombre con su vida en pleno siglo XVII no hubiera reaccionado como él, ni se hubiera parado a mirar el cuadro si quiera. Pero a mí me gusta creer que es posible.






miércoles, mayo 23, 2007

28

Sé lo que muchos están pensando. Qué a que viene este bombardeo de post cuando en otras semanas escasean cada vez con más frecuencia cual sentido de la mesura entre la clase política. Lo sé. Y lo único que se me ocurre decirles es que estoy de descanso y que el día está cundiendo. Después de una sesión catastrófica de peluquería (síiii, hermanos y hermanas del mundo, me pelé, me asesinaron, ahora todos aquellos que me decían 'no te pelesss' se me aparecen como espíritus, pero ya no hay nada que hacer, mañana ya podrán verlo, no sean crueles, les ruego desde aquí), después de matarme a limpiar el piso y de una ducha que me ha dejado como a un bebé en su cuna, escuchando la nana que le canta su madre, he decidido una vez más, volver a escribir. Es lo único que se me ocurre hacer. O mejor: es lo único que me apetece hacer. Y que conste que en parte es porque ninguno de los hermanos blogueros está escribiendo nada, así que, cuando un lector se queda sin libros que leer, qué hace, muy bien Pepito un diez para ti, efectivamente, escribe sus propias historias.




En fin, después de esta parrafada que nada tiene que ver con el objeto de mi post, me dispongo a escribir sobre aquello que tengo vetado. Así es. En una periodista, en realidad en cualquier persona, que no le permitan escribir sobre un tema, provoca dos reacciones. Cierta tristeza por aquello que dijimos de la libertad de expresión y blablabla... y además, un deseo exagerado, creciente, incontrolable de hacerlo. No falla, es como cuando le dije a mi sobrina que no se metiera la pelotita en la boca y lo primero que hizo fue hacerlo. Y cuando muy seriamente la miré a los ojos y le pregunté: "Por qué Paula, por qué lo haces", siguió con la pelota en la boca, mirándome también ella con seriedad. Y yo leía en aquella mirada, lo mismo que le dijo el escorpión a la tortuga: "es mi condición" (espero que todo el mundo conozca la historia, si no que me lo hagan saber y les escribo otro post, o mejor, que la busquen en el google, que para eso está). En fin, el ser humano ansía aquello que no puede tener. De hecho, muchas veces, ese es el requisito. Cuando lo hemos perdido, cuando alguien nos lo ha robado, entonces, lo queremos, lo deseamos, lo necesitamos como si del propio aire se tratara.




Todo esto (no se crean que es palabrería barata) para decirles que voy a saltarme la prohibición. Pero por favor guardenme el secreto. Voy a meterme la pelotita en la boca (metafóricamente, claro) y voy a aprovechar, que mañana 24 de mayo, cumple unos maravillosos 28 años para hablarles de él.
Para que el agravio no sea demasiado grande, no dejaré su nombre, aunque la mayoría de ustedes ya lo conocen. Es cierto que ya en mi blog ha tenido varias apariciones tan estelares como veladas: vecino del octavo, príncipe de mis días lejanos (eso antes), príncipe de largas pestañas, de pómulos perfectos, de boca increíble, de apetecibles colmillos, de perfiladas cejas, etc. Así es él. También así es él, cuando me dice que esto de los blogs no le gustan, que no lo entiende, y que por tanto, prefiere que no hable de él en este territorio. He procurado respetar siempre ese deseo, faltaría más. Pero es que hoy, como digo, me apetece mucho. Porque mañana es su cumple. Porque ya son nueve meses (lo que se requiere para gestar a un niño, imaginense lo que eso supone para una relación), aunque parezca toda la vida. Porque tiene la media sonrisa más encantadora del mundo; porque me hace pensar; porque me regala libros y me los presta; porque me pregunta, porque se preocupa por saber lo que me sucede, lo que pienso, lo que opino, lo que creo, y eso, yo que soy parca en palabras (no hoy desde luego) no siempre es fácil. Porque fue capaz de leerse un libro de Javier Marías, sólo porque a mí me gustaba, sólo porque yo se lo recomendé. Porque supo esperar como nadie. Porque dentro de tanta perfección es también imperfecto y eso hace que sea más perfecto aún.


Así es él. Y mañana cumple 28 años.


Pero ya saben, guardenme el secreto. Shhhhhshhh! Que no se entere nunca de que le deseo el mejor Cumpleaños posible también desde mi negra espalda del tiempo que, dicho sea de paso, él se ha encargado de pintar de colores como si estuviéramos en un anuncio de Titanlux.

Vamonos pal Rocío, cariño mío

Efectivamente, esta semana la capital parece despertar de su habitual letargo. Se pone los volantes, se coloca las flores y se echa a la calle.
La Hermandad de Emigrantes me sorprendió ayer en su paso por mi Plaza Niña. El simpecado tiraba con velocidad de los romeros que gritaban sin parar, ¡Viva la Virgen del Rocío! ¡Viva la Virgen del Rocío!

Yo, que también me dedico a matar demonios (los míos propios, claro), me fui detrás de ellos cual rata encantada en Hamelín. Y no piensen que este desagradable símil es gratuito, porque ahora iba a contarles que siento una especial debilidad por el sonido del tambor y la flauta rociera. Me encanta, confieso. Supongo que es común a todas las romerías, y siempre que escucho este sonido me traslado en un segundo (ay, el tiempo que maravillosamente maleable es) al camino que alguien trazó entre Aznalcóllar y Garci Bravo.
En fin, sé que es poco glamuroso, poco cool, algo hortera, etc. Pero bueno, si Javier Marías reivindica su derecho a ser literato y futbolero, sin que lo segundo cuestione lo primero. Yo reivindico, aquí y ahora, mi derecho a saar a flote mi lado más folclórico. Tocotó, o debería decir, OLÉ!
Me estoy dispersando; yo quería hablarles del Rocío, de la Hermandad de Emigrantes y para concluir de una de las cosas que hay que hacer antes de morir (además de viajar a Venecia, que diría Marías). Que los dioses me perdonen, pero si tienen la oportunidad alguna vez, no duden en participar en una romería. No digo ya la del Rocío, sirve (a veces, es incluso mejor) la de algún pueblo pequeño. Dejen que les expliquen el motivo de ese camino; creanse la leyenda; emocionense ante la imagen, aunque sea la primera vez que la contemplan, o precisamente por eso. Cumplan con las tradiciones de las gentes de ese lugar: cada parada, los irreales bautizos... Beban en vasos de cuestionable limpieza y coman aquello que unos desconocidos de otro carro o chiringuito les ofrecen.
Quizá sus vidas no cambien drásticamente, pero formarán parte del mundo un poquito más.


Para que nadie tenga excusas, sirva este post como invitación forma a la Romería de Fuente Clara. Ya saben dónde, ya saben por quién han de preguntar.
Hasta el próximo terremoto.

Una vez

Anoche en unas de mis habituales incursiones al mundo de los blogs de los desconocidos, di a parar con el de un informático que lanzaba una interesante pregunta a la Red: ¿quién es el primero en colgar un archivo en el emule? Me hizo mucha gracia leer aquello porque es una de esas cosas en las que nadie repara, pero que en cuanto otro formula sentimos como muy nuestras, no? Son como una revelación menor. Como un interrogante muy familiar. Cualquiera de nosotros podría habérselo preguntado.
Quién es el primero en colgar un archivo en el emule? Él pide respuestas en su blog, yo las dejaré por aquí, y espero que no me demande por esta apropiación de ideas, o de revelaciones, más bien (lo que me recuerda que yo tengo una pendiente que comunicaros).
Mi respuesta es NADIE. Vivimos en unos tiempos en los que mil millones de personas llegan todas al mismo lugar, en el mismo instante. Y ni siquiera saben que están compartiendo ese momento. Es más, les gusta pensar que SÓLO ellos lo están consiguiendo.
Cuando uno se abre una cuenta de correo electrónico y después de cuarenta mil intentos se ve obligado a poner una estupida cifra junto a su nombre, o un guión junto a su gran y original ocurrencia para la dirección, empieza a sospechar que LO ÚNICO ha dejado de existir en este mundo gobernado por el dios GOOGLE.
El universo BLOGUERO sirve también para darse cuenta de ello. De repente, siguiendo una cadena ilógica de enlaces llegas al diario virtual de un tío o de una tía que se ha atrevido a colgar las mismas citas que tú, que hace las mismas referencias a canciones, libros, películas que tú. Que repara en las mismas escenas, y lo peor, que lo expresa mejor de lo que TÚ harías NUNCA.
Puede que así nos sintamos menos solos. Ésa sería la lectura positiva que Saramago (que no pierde su fe en la Humanidad) sacaría de todo esto.
Quizá haya más... quizá esta muerte progresiva de lo ORIGINAL, o más bien esta revelación de que lo original nunca existió para eso ya hace muchos años dijeron aquello de Nada nuevo bajo el sol (y perdonen que recicle esta cita que ya utilicé en otro post; lo cual también resulta muy oportuno) nos sirva como una jarra de agua fría, pero a medio llenar. Quiero decir, una jarra que nos despierta de la ensoñación y nos permite de vez en vez darnos cuenta de lo NORMALES que somos, pero no de una forma definitiva. Pues nos permite también seguir soñando, seguir con los ríos de tintas virtuales, escribiendo, ideando, imaginando para nosotros mismos y para el pequeño círculo al que llegamos (somos sólo un punto en Google, como los somos en el Universo).
Nos permite creer que una vez fuimos los primeros en colgar un archivo en el Emule.

De nuevo Machado

Era una mañana y abril sonreía.
Frente al horizonte dorado moría
la luna, muy blanca y opaca; tras ella,
cual tenue ligera quimera, corría
la nube que apenas enturbia una estrella.

Como sonreía la rosa mañana
al sol del Oriente abrí mi ventana;
y en mi triste alcoba penetró el Oriente
en canto de alondras, en risa de fuente
y en suave perfume de flora temprana.
Fue una clara tarde de melancolía
Abril sonreía. Yo abrí las ventanas
de mi casa al viento... El viento traía
perfume de rosas, doblar de campanas...
Doblar de campanas lejanas, llorosas,
suave de rosas aromado aliento...
... ¿Dónde están los huertos floridos de rosas?
¿Qué dicen las dulces campanas al viento?
Pregunté a la tarde de abril que moría:
¿Al fin la alegría se acerca a mi casa?
La tarde de abril sonrió: La alegría
pasó por tu puerta —y luego, sombría:
— Pasó por tu puerta. Dos veces no pasa.

jueves, mayo 17, 2007

¿Suicidio?

Anoche Yogurt de Coco se precipitó al vacío desde la segunda balda de la nevera. Los tomates cerraron los ojos para no verlo caer; Coliflor no pudo evitar soltar un pequeño grito y Cebolla lloró amargamente durante toda la noche. El único que no pareció afectado fue Desnatado con Bifidus... incluso hay hortalizas que aseguran que lo vieron sonreír. El muy cretino.

martes, mayo 15, 2007

?

Sentada en la cama, con la luz escasa de mi flexo (pronto se fundirá la bombilla, estoy segura), con el Polo Químico que intuyo tras la ventana cerrada a cal y canto y el portátil sobre las rodillas, vuelvo a sentirme como Sarah Jessica Parker, o más bien como Carrie, en Sexo en Nueva York. Imagino que tengo un apartamento fantástico, un vestidor maravilloso y una vida social de lo más chic y que además, me pagan cantidades ingentes de dinero por escribir una página a la semana. De esta guisa, lanzo una pregunta con la que esta obsesa de la moda, en general, y del calzado, en particular, bien podría abrir uno de sus artículos: ¿se puede ser feliz?
Pero no encuentro respuestas. O al menos no encuentro LA respuesta. De hecho, me quedo tan bloqueada que apenas puedo seguir escribiendo. Es probable que por este mismo motivo no llegue yo nunca a tener un apartamento fantástico, un vestidor maravilloso (eso seguro, lo tendría siempre desordenado) y una vida social chic, ni mucho menos una página semanal por la que me paguen no ya una cantidad ingente, sino decente. Supongo también que es más fácil encontrar respuestas cuando se sigue un guión...
Díganme, hermanos, ¿se puede ser feliz? Quizá a trozos, por capítulos, en este aspecto sí, en aquel otro no... Tengo una amiga que provoca peleas con su novio porque no soporta que su relación sea "tan perfecta". Puede que el ser humano naciera para el sufrimiento. Puede que todos llevemos dentro a un pequeño enmascarado, con mono de cuero negro, bien apretado, que encuentre placer en el dolor. Y lo busque cuando no lo tiene, porque eso le reconforta. Porque la infelicidad le hace sentir más humano, le hace parecer más vivo, le despierta los sentidos, frente a la gemela contraria que todo lo absorve para sí misma. La pregunta entonces no es si podemos ser felices, lo que esta Carrie choquera plantea es ¿realmente queremos serlo?

jueves, mayo 10, 2007

El concepto de movimiento solo tiene sentido con relación a otros objetos.

Breve historia del tiempo

jueves, mayo 03, 2007

San Viernes

Eso dice un compañero de trabajo de este día tan deseado, del que otro colega diría que vuelve a acercarnos a Lunes.
Viernes nos abre un mundo de posibilidades que a veces se quedan en nada. Pero esta es una lección que nunca termina de aprenderse, y eso lo convierte en el día más deseado. Todos lo persiguen. Todos lo perseguimos con la esperanza de que nos permita ser lo que en verdad ansiamos. Amén.

miércoles, mayo 02, 2007

Jueves

Nadie lo cree cuando dice que es tímido, pero lo cierto es que estamos ante el día más introvertido de la semana. Obsesionados por la llegada del día que lo sigue, poco sabemos de Jueves y poco nos molestamos en saber de él. Y se acostumbró tanto a nuestra indiferencia, que ahora la prefiere. Que ahora ya no quiere contar nada de lo que vivió. Y no saben lo que nos perdemos...

martes, mayo 01, 2007

Miércoles

Siempre se identificó con el del medio de los Chichos o con el Gallardón de la semana, por su posición de centro. Pero Miércoles tiene fuertes brazos, impresionante espalda y profunda mirada. Cada madrugada le gusta contemplar las luces del Polo Químico. Y si presta atención, cree escuchar una voz que desde el Muelle del Tinto susurra... Lucas...

lunes, abril 30, 2007

Martes

Siempre pasó desapercibido. Carece de la angustiosa maldad de Lunes y de la pícara alegria del Miércoles de Lucas. Siempre fue un tipo discreto. Cada semana sabe disfrutar de su sencilla existencia, pues nadie espera nada de él. Martes siempre se va tal y como llega. Hasta que se canse de todo, y comencemos a temerle también a él.

domingo, abril 29, 2007

Lunes

Con pocos esfuerzos este día ha conseguido ganarse la antipatía de todos, aunque alguno podría decir que nos hace estar más cerca del viernes que el propio domingo.
Lunes es empezar de cero. Como cuando uno cae en la casilla equivocada del tablero y vuelve a la posición de salida. Otra vez lunes. Otro comienzo, con lo difíciles que son...

miércoles, abril 25, 2007

El retrato de Dorian Gray

Un lejano amigo me escribió una vez: "Es extraña la visión que una persona tiene de la visión que los demás tienen de ella". Supongo que es una obviedad, pero desde que leí aquello en un sorprendente mail (por otros muchos motivos) la idea me acompaña siempre. Así que, así andamos por el mundo, con nuestro particular 'sanbenito'; fingiendo lo que no somos porque los demás piensan que somos otra cosa; recomendándonos a la diosa Fortuna para no desenmascararnos a nosotros mismos en medio de nuestras "aceleraciones inútiles" del día tras día. Evitando los tropiecos; borrando los indicios de una existencia latente que en ocasiones nada tiene que ver con la brinca en la superficie.

Y cada noche, llegamos a casa, y tras colgar el traje de super héroe en el armario, subimos hasta la última planta de nuestra existencia injustificada y nos adentramos en la oscura habitación del fondo del pasillo. Allí nos espera el verdadero retrato. Nos enfrentamos a nuestro verdadero rostro: sucio, oscuro, deforme por el efecto de la máscara impuesta para nuestra cotidianidad. Cada noche nos contemplamos durante unos segundos. Nos lo debemos. Sin embargo llega ese día, en el que ya no nos queda valor para subir a la habitación cerrada con llave, y mucho menos para contemplar el retrato. Nos conformamos, entonces, con la máscara del espejo. Y nos acostumbramos a ella. Tanto, que olvidamos el retrato. La habitación que lo oculta queda cerrada para siempre. Tiramos la llave al fondo de la Ría o del pantano y maquillamos nuestro falso rostro con un poco de colorete Rose D'or Número 34.

miércoles, abril 18, 2007

Sin tiempo y sin espacio, más allá

¿Recuerdan vuesas mercedes aquel condesador de fluzo (al parecer mala traducción de 'flujo', que la verdad tiene más sentido) que en la maravillosa y siempre poco ponderada saga Regreso al futuro hacía posible los viajes en el tiempo? ¿Se acuerdan de aquel entrañable DeLorean que cambió el pasado, presente y futuro de los MCfly? Pues bien, la cosa no es tan disparatada.
"Viajar en el tiempo es posible, de hecho ya lo hacemos, viajamos a razón de 24 horas al día". La frase es de un físico al que entrevistaron en La mirada crítica (cuánto te amo, Vicente), a raíz de que otro colega norteamericano se presentara ante las puertas de la Nasa a pedir dinero para crear una máquina del tiempo. Bueno, este es el resumen que hicieron para la chusma que, como yo, entiende poco de física, de fuerzas y magnitudes... supongo que la idea del pobre hombre (la Nasa lo mandó a tomar viento) era algo más compleja y más teórica. El caso es que sirvió para que el programa dedicara unos minutos a establecer un interesante debate sobre los viajes en el tiempo y sobre si eran posibles o no. Y para la sorpresa de todos, aquel físico español al que habían llamado para aclarar ciertas cosas no dudó: viajar en el tiempo es posible, señores y señoras, eso sí, es más fácil moverse hacia el futuro que hacia el pasado. "Pero no lo digo yo; lo dijo Einstein a principios de siglo con su Teoría de la Relatividad".
Viajar en el tiempo es tan sencillo, como superar la velocidad de la luz. En ese caso, no viajaríamos a razón de 24 horas al día, si no, no sé, de mil horas al día, por decir algo que probablemente se acerque al disparate dada mi ingnorancia. Pero la idea es esa. Se trata de realizar el mismo trayecto en menos tiempo. Lo que para la tierra son cien años, para un hombre que viaje a una velocidad superior pueden ser diez minutos, y de esa forma, se colaría en el futuro en menos tiempo que el que yo tardo en ir en tren a Escacena.
El programa estuvo de lo más interesante, porque planteaba el físico teorías tan curiosas como la del matricidio: qué pasa si el viajero en el tiempo, va hacia el pasado y mata a su madre antes de que él nazca. O qué ocurre si va hacia el futuro y encuentra un monumento en homenaje a su misma persona, como el primer viajero en el tiempo, y el científico roba la escultura y se la lleva a su tiempo presente... quién es entonces el que hace, en realidad, el monumento homenaje?? En uno de los libros de Harry Potter también se plantean este tipo de cuestiones y curiosidades sobre los viajes en el tiempo y sus consecuencias. Incluso en Terminator, no?
Mi príncipe de largas pestañas, que en esto de las ciencias me saca ventaja, me explicó que cuando se viaja al pasado, si algo así fuera posible, no se haría a nuestro mismo pasado si no a otro paralelo, de forma que es imposible cambiar el transcurso de la historia, algo que también se plantea de forma especial en mi Regreso al futuro.
Sobre la posibilidad, aunque sea en un plano teórico, de viajar en el tiempo hay seguidores y detractores, como en todo. Según nuestro físico español, el argumento en contra más firme es el del increíble Hawking: si los viajes en el tiempo son posibles por que no hay entre nosotros ya viajeros temporales??
En fin, si la polémica no está servida, al menos sí está 'picada' mi curiosidad por estas cuestiones tan apasionantes de la física, al fin y al cabo, somos también Naturaleza, o mejor debería decir que nos somos más que tiempo.
Hace unos años, era una locura pensar que podríamos enviar una carta a alguien que está al otro lado del mundo en sólo un segundo. Hoy recibir un mail es tan natural como respirar.
Así que si alguna vez algún físico de pelos plateados y grandes ojos negros llama a mi puerta para invitarme a dar un paseo por el tiempo. Lo miraré con firmeza y le diré sonriendo: qué demonios...

martes, abril 17, 2007

Ya nuestra vida es tiempo.

miércoles, abril 11, 2007

WELLCOME TO LOS CANTARITOS

En los últimos tiempos me he acordado mucho de una película que vi hace ya bastante tiempo. El protagonista era un madurito poeta que luchaba contra viento y marea por mantener una vida más o menos bohemia en medio de una sociedad en la que la famosa clase media aumentaba sin descanso y en la que todo el mundo, incluso sus compañeros de correrías, tendían irremediablemente al aburguesamiento. Y la máxima representación de esa vida formal en la que todos caían era una pequeña casita en un barrio bien, con lindas cortinas y una planta junto a la ventana. El pobre poeta, que además no era demasiado bueno con los versos, se pasa una hora y media luchando contra la tendencia, hasta que el amor de una mujer (pueden más dos tetas que dos carretas) y un relativo sentido común, lo hacen caer también. Se busca un trabajo formal y la última escena de la película se la pueden imaginar: el prota ya aburguesdo regando su planta de su ventana con sus lindas cortinas en su casita de barrio bien.
Nos pasamos buena parte de la vida tratando de marcar la diferencia. Buscando una vida distinta a la del resto, y sin embargo, al final, casi todos caemos en el aburguesamiento. Salen a flote nuestras necesidades más básicas, las imprescindibles, y comprobamos que, efectivamente, no hay nada nuevo bajo el sol. Ayer cuando mi emisaria particular (no podía haber elegido mejor representación) me gritaba a través del teléfono "te ha tocado, te ha tocado", sentí una emoción que jamás había experimentado antes. Tan distinta es, que aún no he conseguido asimilarla del todo y todavía ahora, unas pocas horas después, me cuesta pensar que en los próximos años una espectacular cuadrilla de albañiles (a lo espartano de 300) levantará una casa, que es mía, bueno mía y suya. Mías, y si ustedes quieren, suya será también.
Hace unos años VPO eran unas siglas extrañas. Hoy es un camino. Una salida. Una única opción posible, hecha realidad.
Ahora sí que puedo decirlo: Bienvenidos serán a la República Independiente de mi casa.



ONE DAY I'LL FLY AWAY

domingo, abril 08, 2007

Despedidas (II)

Permítanme vuesas mercedes que regrese al tópico de las despedidas, que regrese al del Tiempo, que hable de nuevo de ausencias, de la extraña paz de las luces del Polo Químico, del pasado del Muelle del Tinto, aunque no sea ése su verdadero nombre; del dolor tan alto que nos hace pequeños; de la nostalgia del adiós, de la esperanza del volver; de la lluvia que cae sobre el pasado; de la insoportable levedad del ser; de cada 'y sin embargo'; de los besos olvidados en un concesionario Mercedes; de los cuentos de hadas, y de las pesadillas de palacio. Permítanme que les recuerde que lo nuestro es pasar; que es mejor callar, que a veces es preferible ni mirar siquiera, que ningún Dios nos librará de nuestro terrible, terrible, acabamiento.

domingo, abril 01, 2007

Casualidades. Parte Tercera.

Durante un instante la joven permaneció en silencio, recreándose algo más de lo necesario en la nota que tomaba. No hacía falta que escribiera literalmente la frase, para eso estaba la grabadora. Sin embargo, joven Narnia, sabías que el profesor te estaba observando y quisiste darle tiempo, ¿verdad? 'Hay mucho más'. Terminaste de escribir y volviste de nuevo a su atención con una sonrisa. El botón de la camisa que llevaba desabrochado de más dejaba ver su pecho imberbe, moreno. De fibra en su punto justo. Apetitoso torso, citaste. Después de un rato conversando en el escritorio, cada uno a un lado, con la frontera de madera guardando las distancias. Decidisteis mudaros a la otra mesa, la circular amplia y limpia de papeles, donde silla junto a silla no había límites.
No sé por donde empezar. Tengo muchos textos que podrían servir para ilustrar lo que digo. Pero claro, hay que tener en cuenta que para encontrar hay que saber lo que se busca. A veces las cosas están delante de nuestras narices y no hay nada que podamos hacer por verlas si nuestra mente no está alerta, preparada para hallarlas.


Pero, cómo puedes saber que no eres tú quién se confunde. Cómo puedes tener la certeza de que lo que tú estás viendo es lo correcto. De que es la versión adecuada y no un producto de tu mirada, que tú has preparado para que vea lo que dices que estás viendo.
Entiendo tu desconfianza.
No es desconfianza. Al menos no quiero que lo considere un desdén gratuito hacia su trabajo de investigación.
No te preocupes. No me ofendo. A otras mentes menos consideradas y educadas que la tuya me he tenido que enfrentar. Pero, Narnia, yo no busco certezas. No las necesito.
Todos las necesitamos. Dijo ella, arrepintiéndose al instante por aquel comentario fuera de lugar y de tiempo. El profesor sonrió y la miró con ternura. Como el padre que acepta con cierta nostalgia el comentario infantil de su hija.

A un olmo viejo

Al olmo viejo, hendido por el rayo
y en su mitad podrido,
con las lluvias de abril y el sol de mayo,
algunas hojas verdes le han salido.
¡El olmo entenario en la colina
que lame el Duero! Un musgo amarillento
le mancha la corteza blanquecina
al tronco carcomido y polvoriento.
No será, cual los álamos cantores
que guardan el camino y la ribera,
habitado de pardos ruiseñores.
Ejercito de hormigas en hilera
va trepando por él, y en sus entrañas
urden sus telas grises las arañas.
Antes que te derribe, olmo del Duero,
con su hacha el leñador, y el carpintero
te convierta en melena de campana,
lanza de carro o yugo de carreta;
antes que rojo en el hogar, mañana
ardas de alguna mísera caseta,
al borde de un camino,
antes que te descuaje un torbellino
y tronche el soplo de las sierras blancas,
antes que el rio hasta la mar te empuje,
por vales y barrancas,
olmo, quiero anotar en mi artera
la gracia de tu rama verdecida.
Mi corazón espera
también, hacia la luz y hacia la vida,
otro milagro de la primavera.
Antonio Machado

jueves, marzo 29, 2007

Exclusiva

“Bueno, bueno, mari, lo que tengo que contarte…” Así podría comenzar este nuevo post de jueves de descanso y desayuno en el Oh La lá. La noche del miércoles no solo me deparó un capítulo estupendo de mis Hombres de Paco, también una madrugada de dulce sueño. Y sin que pretenda abusar de vuestra paciencia lectora no tengo más remedio que explicar que el caballero con el que compartí la experiencia no podía ser otro que el mismísimo Javier Marías (JÁ! Que levanten la mano aquellos que pensaban que se trataba de Lucas).
Sí. Señores y señoras, anoche soñé con mi escritor fetiche y tengo que decir que si no es la primera vez que lo hago (no recuerdo bien), al menos sí la primera que retengo una idea muy clara de lo que sucedió, de lo que hablamos.
La cosa transcurría en una especie de pequeño pueblo de casas de piedra. Yo llegaba a una cafetería, y allí mismo, para mi sorpresa, hermoseaba mi querido Marías. Por una extraña razón, gracias (creo) a la mediación del camarero, mi apuesto caballero oxforiano y yo terminábamos juntos en una mesita, en plena entrevista.
Y es genial (me he levantado muy optimista), porque yo le preguntaba sobre su obra, sobre el Tiempo y él respondía amablemente con un brillo muy especial en sus encantadores ojos rasgados. Y lo mejor, ya les digo, es que lo recuerdo todo muy bien. Quizá no sea capaz de reproducir el diálogo completo, pero sí la sensación que me producía estar con él, compartiendo café y palabras. “Tus obras son representaciones de una misma historia verdad?”, le decía yo, o algo por el estilo. “Por supuesto”, me respondía él. “¿Temes al Tiempo?”, le lanzaba en algún otro momento. “Claro, al Tiempo hay que temerle. Nos mira directamente a los ojos, hay que estar muy atentos”, me decía con voz misteriosa y acerándose mucho a mí, tanto que su rostro se difuminaba ante mis ojos.
Para ser totalmente sincera, tengo que añadir que no faltaron en mi sueño, esos elementos surrealistas, inexplicables y algo desconcertantes, propios de estos lares. Por ejemplo, el aspecto de mi Javier Marías no era exactamente el mismo que el de mi Javier Marías. Al menos, no a medida que avanzaba nuestra inusitada entrevista. De esta forma, hubo un momento en el que descubrí, para mi asombro, que tenía los ojos muy azules, que llevaba gafas (algo que creo, más allá de mi sueño, no es así). Descubrí que su pelo tenía un extraño tono rubio (muy feo). Y finalmente, me percataba, para mi desconsuelo, que era terriblemente afeminado (por favor, no se rían). Con todo, resultó un momento muy especial, mágico, cargado de emoción.
La despedida no la recuerdo. Creo que yo me marchaba, no sin antes llevarme mi mp3 naranjita donde lo había registrado todo… Y nada más.


Por la mañana, lo primero que he hecho es buscar entre los archivos de naranjito II… pero no hay rastro de la charla, así que me he sentido un poco como Judy Foster en Contact. Sin pruebas para demostrar su magnífica experiencia. Sin consuelo.
Lo único que me queda, ya que estamos en Semana Santa, es tener un poco de fe y seguir soñando despierta a que llegue esa entrevista en exclusiva. Hasta entonces, me mantendré alerta cada vez que salga a tomar café. Nunca se sabe lo que a uno le puede deparar el día.

martes, marzo 27, 2007

Un año de amor

Mi blog celebra su primera primavera. Y es muy emocionante. Desde hace algunas semanas he venido barruntando este aniversario y he pasado las horas muertas releyendo los viejos post; algunos de esos 99 tristes, desoladores, alegres, emotivos, escritos con más o menos destreza. Partes de un todo, que ahora me cuesta algo más entender. Algunas frases, escritas por mi propio pulso en el teclado, son ahora enigmas, caminos cerrados que no llevan a la Patriice de marzo de 2007 a ninguna parte. Otros, sin embargo, se mantienen inamovibles, han resistido el paso del tiempo, si es que algo así es posible, y su actualidad o vigencia asustan un poco.
Un año, ¿es mucho o poco? A veces, tengo la sensación de que pasó deprisa, otras de que se ha consumido con lentitud y de que mi vida ha transcurrido mucho más que el propio Tiempo. Como una suerte de error en el ' ciclo del paso' (ya saben, piensen en los Fruitis andando por el bosque y sabrán de qué les hablo).
Me preguntaban el otro día, "¿por qué tienes que dejar todo por escrito?". "No se trata de dejarlo, se trata de escribirlo", respondí.
Esta negra espalda del tiempo surgida casi por casualidad, sin a penas pretensiones se ha convertido en uno de los asuntos más importantes de mi historia reciente. Aunque pueda parecer exagerado decir algo así.
Refugio de la realidad, territorio perfecto para la ficción, me permitió alcanzar lo que hasta el momento sólo eran posibilidades con pocas posibilidades. Ha sido y es una tregua (y enlazo con el primer post) concedida por la gracia que sólo lo literario tiene. Y aún se mantiene el paréntesis. Y lo que es mejor: ahora soy yo quien lo controla, quien entra y sale, quien camina y huye, cuando me place del revés del Tiempo, quien sobrevuela ese desierto, quien mira al mundo descodificándolo, como un nuevo Neo (valga la redundancia). Libre como las pirámides de Egipto, se acuerdan?
(...)
O quizás no. Quizás ande más perdida, más atrapada que nunca en mi propia isla.
TIC-TAC. TIC-TAC.

sábado, marzo 24, 2007

Decepciones

No debería uno nunca decepcionar a nadie, ni sentir que lo hace ni aún menos sentirse decepcionado por las acciones, las decisiones o las renuncias de los demás.
Y sin embargo, no hacemos más que eso, defraudar a los que nos rodean y retener, como si eso fuera lo único que contara, los vacíos que nos dejan los otros.
Llevo siglos esperando este momento y ahora que al fin ha llegado, me siento como el protagonista de La tregua cuando consigue su jubilación: "así que esto es el Tiempo, y ahora qué voy a hacer con él?".

martes, marzo 20, 2007

Post de la medianoche

¿Cómo se enfrenta uno al mundo cuando pierde la inspiración?
Esta noche, me siento como Austin Powers cuando le roban su 'mojo' (que nadie pregunte, por favor), sin a penas ya nada que aportar al mundo. Veo a mis viejas palabras lanzándose desde la ventana, siempre abierta al Polo Químico (el paisaje de Lucas), en un continuo chorreo suicida, que no cesa... una tras otra se arrojan al vacío, huyendo del mostruo de mirada angelical que ahora me mira desde el marco de la puerta. La Felicidad es egoísta, nos quiere solo para ella; nos busca, nos devora, nos impide mirarnos al espejo de la mediocridad, nos sacude si lo hacemos, nos hace creer hermosos, nos absorve como sólo ella sabe hacerlo. Nos manipula, merma nuestras posibilidades, acaba con la Esperanza...

"Necesita un buen polvo", podría decir alguien de la Felicidad. "Así nos dejaría en paz."

jueves, marzo 15, 2007

99

Desde que cambié, si lo sé, timidamente, pero cambié al fin y al cabo, el aspecto de este mi humilde blog, el nuevo árbol de archivos (una de las novedades de las que más orgullosa me siento) me permite saber cuántos post escribo cada mes, y cada año...
"Es curioso (dijo mi lector en la sombra no hace mucho) que en 2006 escribieras justo 99".
La verdad es que hasta ese momento no me había detenido en tan matemático detalle. Pero desde entonces no paro de darle vueltas al dichoso numerito. 99.
Lo primero que hice fue pensar en mi número de carné de la Biblioteca Municipal de mi añorado pueblo: el 599.
Luego pensé en que fue en 1999 cuando dejé el insti, o sea, y comencé mi andadura universitaria.
El 29 es, por otra parte, el día oficial de mi nacimiento (esta es una historia larga, quien la quiera escuchar que me mande un mail, aunque pensándolo, puede que me de para algún post, quién sabe...).
Y el 9, fue el número de la casa en la que viví hasta que se puso en marcha la maquinaria del destino y mi vida cambió, como cambió mi barrio.
Sin embargo, viéndolo en esa extraña estructura de títulos, de post, de historias de un 2006 que tiene un antes y un después, no puedo pensar en el 99, como en algo incompleto, inacabado. Será, naturalmente, porque falta sólo uno para el cien, que es más redondo, y no sólo por sus dos ceros... Será. Pero no me conformo con ello, y me pregunto qué post dejé sin escribir, qué historia se me quedó atrapada en un año que ya no existe (gran tragedia la del Tiempo, que es irrecuperable, aunque la tragedia es más bien del hombre que no lo puede recuperar). A qué título shakespeariano renuncié, olvidado en un cajón, garabateado en alguna hoja en algún cuaderno perdido...
Me acuerdo también de un chiste. El que protagonizan dos gordos que para adelgazar deciden dar cien vueltas corriendo a una pista deportiva. Y tras varios intentos frustrados de abandono, siempre propuestos por uno de ellos (lo dejamos ya? No, sigamos), el otro decide finalmente, en la vuelta 99, abandonar el ejercicio para continuar al día siguiente.
Me pregunto ahora cuántas veces no habremos hecho eso puesto que no siempre es fácil reconocer que ya estamos en la 99 y que sólo queda una vuelta más...
Si bien, he tomado una decisión para no correr el riesgo de poner otra sombra en mi mirada: esta será la última vez que piense en ello. Renuncio a esa historia, a ese post a ese título que dejé olvidado en alguna parte. Cualesquiera que pudiera haber sido su principio, su espera y su silencio final.

Un post en blanco

Cansancio. Este iba a ser el título de un nuevo post, pero estoy tan agotada, que no he encontrado fuerzas para escribirlo. Disculpen las molestias.

lunes, marzo 05, 2007

Imposibles posibles

Se me resiste este post, como lo hizo Lisboa. Y todo son señales… cada espera es un paso adelante hacia nuestros destinos, y nunca estamos parados, nunca quietos, aunque así nos lo parezca. No callamos nunca por más que nos esforcemos en permanecer callados. Y si se resiste este post por algo debe ser. Aunque no es menos cierto que hay tareas de las que no podemos escapar, hay post a los que debemos su existencia o ellos nos la debe a nosotros.
No renunciaré, pues, a dejar aquí constancia de la visión de una Lisboa, recién nacida, recién aparecida en el hueco de siete colinas, recibiéndonos. A mí y a aquel que me acompaña (y utilizo a sabiendas el presente pues no sólo me acompañaba en aquel entonces, lo hace ahora, lo hace (desde y por) siempre).
Eso fue lo que pensé cuando pude abarcar toda la ciudad, con sus magníficas luces encendidas, que bien parecían velas sostenidas por las ánimas invisibles de un lugar, que ya digo, tuve la sensación de que era nuevo, de que era una ciudad aún sin fundar, que esperaba, que daba la bienvenida a sus fundadores elegidos. No sé, puede que fuera precisamente por estar amaneciendo que tuve esa sensación de comienzo. De un camino nuevo (de baldosas amarillas, cómo no) que se abría ante mí. Y debo añadir, que manque me pese, agradecí no calzar los tacones rojos de rubí durante estos días, pues Lisboa es para pasear, para aprehender las maravillosas panorámicas que su milagrosa morfología de altibajos hace posible.
Lisboa nos atravesó y fue como un sueño cumplido. Sus edificios encantados por el Tiempo, la mesita, al fin, compartida con Pessoa, la sensación de extender mi patria y fundirla con la de mi Saramago, como él hiciera también a penas unos días después, la impresionante desembocadura del Tajo… mar océano… y, permítanme, cada beso, cada abrazo, cada sonrisa de Buenos Días, hasta alcanzar, finalmente, un adiós, que es más una promesa de regreso, que una despedida, aunque suene a tópico, pero es que empiezo a creer que como París (y que los dioses me perdonen), Lisboa no se acaba nunca.




domingo, febrero 18, 2007

Rinconcillos de mi Huelva ( y II)

Ya es por todos conocido (sí, yo me he encargado de ello) la debilidad que siento por el paisaje que veo desde mi ventana. Recuerdo la primera noche que pasé en mi actual piso (mi coqueto entreaires de la Plaza Niña), después de una mudanza a mano de bloque a bloque que fue un infierno y que se saldó con un bote de coliflor en remojo esparcido por toda la plazoleta, sí fue muy desagradable... A lo que iba... La primera noche que pasé en mi nidito (de amor, de penas y alegrías, de llantos y Legendario) estuve contemplando las luces del Polo Químicao de Huelva durante prácticamente toda la madrugada. No podía apartar la vista. Es un paisaje que me cautivó desde el primer segundo, aunque a veces cueste entender por qué. Contemplarlo me relaja, aunque lo propio sería que me alarmara, soy consciente de ello.


"Es como una ciudad dentro de una ciudad", diría meses después de aquella primera noche una voz, una mirada, desde la misma ventana.


Hace unas semanas, amanecí temprano y no me resistí a sacar algunas fotos de ese paisaje, que despertó envuelto en niebla...



...para mi deleite personal y para el de aquellos fieles lectores que se asomen a esta otra ventana bloguera.
Hasta el próximo terremoto.

Lisboa, al fin

jueves, febrero 15, 2007

El castillo de irás y no volverás

Quiero que cierren los ojos e imaginen la situación.

Estoy en la biblioteca de la Facultad de Comunicación, en el corazón de la Cartuja, mundialmente conocida por aquella entrañable Expo'92 de Sevilla. Estoy sentada en una mesa sola por lo que dispongo de unos dos metros por cinco para mis papeles, que son numerosos y que se han expandido por toda la madera. Justo enfrente me he colocado el portátil, y más chula que un ocho, gracias a la maravillosa red wifi por cortesía de la US puedo escribir, y colgar este post en tiempo real (que no es exactamente así, pero gueno, queda muy bien).

El trabajo del investigador es apasionante. Tengo una lista enorme de bibliografía, pero la mayoría de los libros no están aquí. Sin embargo, como una buena mujer llamada Montse un día decidió hacernos la vida más fácil a todos (no como los políticos, que sólo se dedican a hacersela más fácil a ellos mismos y a su camarilla, ups, perdonen este asalto preelectoral), pues eso, como esta buena mujer decidió un día crear una página web maravillosa dedicada en cuerpo y alma, en archivos y enlaces, a MI Javier Marías, puedo conseguir un montón de información, sin tener que levantarme al estante. Y sin embargo, por esto de quedar un poco mejor ante la profe, he pillado un libro (en papel) por puro instinto periodístico (que vale para todos los ámbitos de la vida, menos para la profesión) y casualmente en él dedican una página y media a Javier Marías. Ha sido tal mi satisfacción que de repente me he sentido feliz de tener que hacer un trabajo de investigación (y ahora quiero que me imaginen haciendo la señal de las comillas con mi sonrisa, mi colmillo asomando y mi cara de pícara) aunque sea en el tiempo récord de un fin de semana (es lo que tiene estudiar y trabajar).

De cualquier forma, lo que quería compartir con ustedes tiene que ver con el título del post (hermosísimo, por cierto) y que a su vez es el título de un cuento que la madre de MI Javier Marías, le contaba a MI Javier Marías, antes de morir (la madre, no hacía falta aclaración, lo sé). En fin, dice que no se acuerda del final, que ha sido incapaz de encontrarlo (a pesar de su conocido arte para la búsqueda en librerías de viejo, y su suerte para dar con rarezas ya perdidas, ya olvidadas), y que echa de menos la narración de ese cuento. La voz de su madre, el poder conocer toda la historia... Y de repente, no paro de hacer enlaces mentales. Por una parte, me acuerdo con este título de una frase de Pessoa (que tenía pensada para otro post, también ya perdido, ya olvidado) y que Arturo Pérez Reverte recupera en su Pintor de Batallas: Hay lugares de los que uno no regresa jamás (plus or moins). ¿Hermoso verdad? Y por otro lado, me acuerdo de algo que escribió el propio Javier Marías (MÍO) sobre los muertos y cito literalmente (o plagio) que para eso tengo aquí el libro: " (...) desde el punto de vista moderno se es más complaciente, se muere joven a los sesenta y cinco, y se dice: 'Cuánto le quedaba por hacer todavía', como si el hacer fuera lo que justifica las existencias o lo que se echa en falta del muerto y no su presencia, y sus gestos y su relato desinteresado o aún más su escucha y atención a los nuestros"

Cuando perdemos a alguien nuestros recuerdos con esa persona se llenan de repente de momentos, de lugares de esos de los que no regresamos y de los que no regresaremos jamás. A veces, con un poco de suerte, y a fuerza de tiempo, somos conscientes antes de que la muerte nos toque de cerca de que tal instante o tal otro nos marcará para siempre, o nos acompañará siempre. Y hay otras veces, en las que la fuerza de ese momento o de ese lugar es tal, ya incluso en nuestro tiempo presente, que uno sabe sin necesidad de tiempo o de muerte, que ya hay una parte de sí mismo que se ha quedado ahí, sin salida, sin retorno (como seguir cuando en tu corazón empiezas a comprender que no hay regreso posible, ay, todo es todo). Que algo de lo que somos, aunque sea una pizca, ya se ha separado de nosotros y se ha quedado estancado en ese lugar; pero, incluso en la distancia, seguiremos sintiéndolo como duelen todavía los miembros amputados de un cuerpo.

martes, febrero 13, 2007

Renovarse o morir

Algunos han optado por abrir nuevos blogs, nuevas ventanas al mundo. A mí, como me resultaría imposible deshacerme de esta oscura criatura mía, pero siendo consciente de lo importante que es la renovación en estos tiempos de difíciles y rápidos cambios, me he limitado a hacerle algunos cambios en la medida en que Blogger me permite... bueno, no sé si el resultado es mejor. Espero sus comentarios. Creo que siempre me queda la opción de volver...

Lisboa, faca no coraçao


Outra vez te revejo - Lisboa e Tejo e tudo -
Transeunte inútil de ti e de mim,
Estrangeiro aqui como em toda a parte
Casual na vida como na alma,
Fantasma a errar em salas de recordações
Ao ruído dos ratos e das tábuas que rangem
No castelo maldito de ter que viver...


Fernando Pessoa






Crucen los dedos lectores... y ayúndenme a hacer un sueño realidad.

Despedidas

Buenas noches, buenas noches, buenas noches... la despedida es un placer tan amargo que estaría diciendo buenas noches hasta el amanecer.
Romeo+Julieta, W. Shakespeare

No hay llegada sin partida. Hace ya varios meses que tengo muchas ganas de escribir sobre despedidas. Y en un intento por recuperar a los cuatro lectores que tuve y perdí (la felicidad cuánto daño hace a la vida literaria) recupero hoy ese tópico y comparto que efectivamente las despedidas son una dulce condena a la que uno no termina nunca de acostumbrarse. Qué hermoso dolor dejar a la otra persona clavada en el andén, con media sonrisa, con la esperanza del reencuentro dando ya brincos en el estómago, con mil te quieros silenciosos que se leen en los labios. No hay llegada sin partida, como no existen héroes sin villanos. Dice Javier Marías: "el rival más acérrimo es tan necesario como el aire, en el juego como en la vida, para temerlo, envidiarlo, odiarlo, admirarlo y derrotarlo". Recordaré mis despedidas tanto como los reencuentros... el abrazo bajo una ligeran nieve; el andar familiar reconocido de repente entre un río de gentes en el tunel de desembarco.
No hay llegada sin partida. Y después de mi último adiós, un volverte a ver da saltos en mi corazón, me arranca sonrisas, me da la fuerza para poner un pie delante del otro y seguir caminando. Enciende mis ojos, como dos asteriscos.

lunes, febrero 12, 2007

Temblores

La actualidad es lo que tiene. Guardo, pues, un post en la cartera, e improviso una pequeña reflexión sobre temblores. En fin, para los que no estuvieran lo suficientemente cerca del epicentro del terremoto como para sentirlo o saber de qué va la cosa, diré que a eso de las 11.35 todo mi espacio vital comenzó a tambalearse, y no es una metáfora. Fue el coletazo de un sismo de 6,3 grados en la escala Richter registrado en medio del Atlántico, a 250 kilómetros de la costa onubense, que aunque a la Península llegó un poco más mermado, pudo sentirse incluso en el País Vasco. Durante el temblor (que por cierto se me hizo interminable, aunque por lo visto no llegó al minuto de duración) ventanas, suelo, lámparas, paredes… todo se retorció, incluido mi cerebro, para mi atontamiento inicial, y mi asombro posterior. En fin, debo reconocer que era novata en estos menesteres y que además la cosa me cogió totalmente de improviso (en medio de una rueda de prensa), así que durante el fenómeno de la naturaleza me limité a aceptar que temblaba (aunque no sabía bien por qué) y sólo fue después de que todo pasara que empecé a repetirme para mis adentros, “esto ha sido un terremoto”. Y no debí decirlo muy para adentro cuando mi fotógrafo se acercó y dijo con la cara desencajada, “sí, ha sido un terremoto, ha sido un terremoto”. Y entonces todos los allí presentes nos mirábamos con las caras algo pálidas repitiendo, qué fuerte, qué fuerte, qué fuerte.

Yo que antes no había vivido nada semejante, sé, sin embargo, de buena tinta (por las películas y por los documentales de La 2 o del canal que sea) lo que hay que hacer en estos casos. Así que discretamente, disimulando, me acerqué al marco de la puerta y me quedé por allí rondando a un tío (bueno) que andaba por allí también, y creo que también disimulando. Parecíamos dos adolescentes buscando la excusa del múerdago para besarnos, solo que lo que pretendíamos era salvar el pellejo. Yo el mío y él el suyo. Pasados cinco minutos como veía que mi espacio vital no volvió a sufrir ninguna sacudida más, me fui de aquel lugar (ya para siempre presente en mi memoria) y me planté en la redacción del periódico, donde la agitación por el suceso despertó, como de vez en vez ocurre, mi instinto periodístico. En fin, la historia de cómo se ha desarrollado la tarde de trabajo no es nada del otro mundo. Mucho trabajo, muchas llamadas, dame tal número, búscame tal otro… y una, que siente su pequeño corazón de plumilla, temblar ante el teclado, respirando ese ambiente a aventura que hace que la del periodista siga siendo una profesión de vocaciones.

Y ya está, este es el post excusa para repetir, como otras tantas veces, pero esta vez con más sentido, aquello que escribía José Saramago: adiós lector, hasta el próximo terremoto.

jueves, febrero 08, 2007

AMOR, AMOR

Hablar de amor siempre es fácil para quien está enamorado, no? Uno se echa un novio o novia, y de repente le encantan las salidas en parejita, los sábados por la noche en casa viendo películas, las escapadas de fines de semana, las llamadas hasta el amanecer y el yo te quiero más, no, yo te quiero más... El hombre es, dentro de su extraña complejidad, uno de los animales más simples. Todo el mundo reacciona de la misma forma ante los mismos estímulos. Como sabiamente (permítanme el autopiropo) le dije a mi amigo el republicano cuando saltábamos de estúpida emoción después de haber visto pasar a la reina de Inglaterra: "en el fondo, todos somos unos plebeyos".
Con el amor, pasa lo mismo. Renegamos de las rosas, de los corazones, de las cursilerías varias y al final, llega 'esa' persona (que no tiene por qué ser 'esa', sólo que en un momento determinado lo creamos) y todo lo demás se olvida. Todos nuestros principios, alegatos y promesas pasan a la negra espalda del tiempo. Vamos, ahora que están cerca las municipales, pasamos de la oposición al Gobierno. Y claro, la cosa cambia.
Sin embargo, no estaba yo aquí para hablar de los demonios de estar enamorado... para nada. No deben olvidar que yo pertenezco al maravilloso grupo de... y por tanto de lo que quiero hablarles es de sus delicias, y por supuesto, quiero compartir (para el que todavía no lo haya experimentado) que el amor perfecto existe. Y cuando digo perfecto, no quiero decir que no haya riñas, enfados y que la vida es de color de rosa... No. Simplemente que ocurre, que a veces tenemos la fortuna de encontrar a 'esa' persona que se creó para nosotros. Que cuando la abrazamos, sentimos como nuestros cuerpos encajan perfectamente, y cuando nos miramos sentimos como nuestras mentes encajan perfectamente, incluso más allá de las diferencias. Existe esa media naranja, al fin hallada. Existe la posibilidad de ser feliz para siempre con una persona que te lo da todo, que te ofrece todo lo que necesitas, buscas y deseas, y al contrario. Tú representas todo para ella.


Y en estos casos, que mejor forma de pasar la vida, que abrazados, no?



Sé que ha sido una forma algo cursilona de presentar este hallazgo, pero ha surgido así. Por ser más técnica diré que esta pareja lleva unos seis mil años abrazada al norte de Italia, y que unos arqueólogos la han descubierto ahora. Cuando menos, curioso, no?

Buscando a Freud

Hoy he soñado que alguien me preguntaba... "pero tú cómo te ves en el futuro. Qué te imaginas haciendo".
Ahora no sé si no recuerdo lo que le respondía a esa persona sin rostro (esta gente rara que se cuela en nuestros sueños que tienen el nombre de un pariente, la presencia de un amigo pero que no tienen cara, rasgos...) o si directamente, ni siquiera en sueños, fui capaz de responderle... Y es muy desconcertante.
Cuando me he levantado, me he ido directamente al baño y mirándome al espejo le he preguntado ¿qué estás tramando, subconsciente? Pero tampoco me ha dado ninguna respuesta. Diría incluso que había un brillo burlón en el fondo de mis ojos. Pero no desespero.
Esperaré paciente, como un cazador entre la maleza, y cuando más distraído esté, lo agarraré por sus solapas de subconsciente chulo y le preguntaré directamente. Aunque eso ya lo hice y el tío siempre me la juega: cuando me despierto no recuerdo nada.

sábado, enero 27, 2007

Acabamiento

Vuelvo a las improvisaciones de los primeros post, a la frescura de escribir directamente sobre el blogger y no en word, para luego volcar...
Escribo sobre la marcha con los cascos gigantes colocados en mis orejas a modo de Princesa Leia en este sábado de trabajo... Mi mente se quedó algo estancada, sin embargo, en la noche del viernes, en la cena, en las posteriores copas, risas y abrazos... en la sensación, ayer confirmada, de que me estoy acercando al final de una etapa. Una situación de crisis (léase cambio) que sin embargo no protagonizo yo, no provoco yo. El mundo se mueve, la gente se mueve y por extensión me muevo yo, aunque el mío es un movimiento involuntario, que a veces da miedo... Me siento como en la fiesta de fin de curso de octavo de EGB o como en el primer día de clases en la facultad, cuando después de una de las asignaturas salí con los compañeros (todavía un grupo de desconocidos) a tomar café a uno de los bares de Reina Mercedes, siendo consciente de que mi vida estaba cambiando... me siento como cuando Paco Ñuñez salió por úlitma vez de la redacción (también en fin de semana, aunque no un sábado, era domingo) cerrando una etapa (y sí, abriendo otra).
El paso del tiempo, los cambios de edad (que nada tienen que ver con los cumpleaños) siempre me han asustado mucho, siempre me ha costado asumirlos: comprendí que la vida era un vaso que debía llenar y beber al mismo tiempo... supongo que el poeta tiene razón. Vivir se compone de pérdidas y ganancias. También mi Javier Marías habla mucho de ello y de la luz de las farolas, cuando llega un nuevo amanecer y la natural avanza, pero lo hace lentamente, con delicadeza, por deferencia, para que las primeras puedan hacerse a la idea de su acabamiento...

lunes, enero 22, 2007

Nunca es tarde, si Lucas está bueno

Efectivamente, ya lo dijo el siempre poco ponderado Machado (Antonio, no Manuel): Todo llega y todo pasa (y lo nuestro es pasar). Ayer, alfinmiércoles, regresaron Los hombres de Paco. Regresó Lucas. Con nuevo look y con nueva conciencia que ya le permite acostarse con Sara, a la que antes ni se atrevía a besar por respeto a su minoría de edad (imagino que en la ficción en la realidad tendrá más de 18, la perra esa).
Era una vuelta esperada. Por mi. Por Ana. Nosotras, fans incondicionales de la serie policiaca de humor negro, que como tantas otras finalmente deviene en culebrón. Me reí. Con el capítulo de ayer me reí mucho sobre todo con el pobre Povedilla y con el maravilloso Don Lorenzo ( "en mis santos cojones tengo yo el pálpito, Paco". Genial). Desde luego, Juan Diego es de lo mejorcito de la serie. Aunque creo que el éxito es que forman un buen equipo. Entre los actores hay gente que no vale ni un duro y gente que vale mucho. Pero todos encajan. Se complementan. Y el resultado es bueno. Al menos para mí.La trama de ayer me gustó mucho. Su poquito de humor, su poquito de intriga, escenitas románticas, y lo mejor, abrió un sin fin de posibilidades: el caso Uriarte y nuevos jaleos en la relación de Lucas (el maravilloso) y Sara (la niñatilla), que por cierto, confirman mi teoría sobre los encantos del desamor. Para darle vidilla, vuelven a separarlos. Lo que yo diga, en el fondo somos masocas.
La verdad es que no tenía pensado hacer un post tan técnico sobre el regreso de Los Hombres de Paco. Porque es mucho más que lo expuesto arriba. Volverán los momentos redondos, los "el miércoles por la noche no, que tengo cita con Lucas". Y la contemplación hasta el infinito de semejante ejemplar de macho ibérico refinado. Creo que me gusta más con el pelo largo, pero tiene su cosilla, así de peladito. Para los que no tuvieran la ocasión de ser testigos de este regreso, no dejen de hacerlo el próximo 'alfinmiércoles'. Merecerá la pena.

pd. Sí, este post tiene ya su tiempo y hasta el momento no he tenido ocasión de colgarlo en el blog. Así que no me lo tengan demasiado en cuenta. Después de la Navidad me está constando mantener el ritmo que antes tenía por mi negra espalda del tiempo, pero es que la felicidad invita más a vivir que a escribir, no? Es curioso (y confirma mi teoría, otra vez). M esforzaré por mantener viva este desierto de tiempo, con cada vez más verdor.