lunes, mayo 29, 2006

Tacones verdes fritos o siempre dama de honor y nunca novia

El último mes se ha convertido en un abismo por el que se han precipitado algunos de los acontecimientos más importantes, trascendentes ydignos del 'Aquí hay tomate' de los últimos dos años de mi vida. Excluyo de esta patética valoración, el nacimiento de mi sobrina (pequeña persona que ha traído la alegría a mi casa con sus nuevas formas de llamarnos a todos. Tita Atri, sí, esa soy yo).
Pero como decía, el último mes ha sido especialmente interesante desde que regresé de los Pariles. Muchos cambios, muchas penas y alegrías, entre las que incluyo (en el segundo conjunto) la boda del gran Paco Nuñez, mi fiel compañero de mesa, como antes solía referirme a él, y como lo sigo viendo, aunque ahora se trate de una mesa más invisible a los ojos, más firme también, con ese listado de puntos en común en su libreta grande de cuadros... Inconfundible.
Es interesante recibir por primera vez una invitación a mi nombre, y no al de mis padres y familia. Ha sido interesante conocer gota a gota algunos detalles del evento en cuestión para el que prometo llorar a moco tendido, reir a pierna suelta y bailar como una peonza. ¿Me dejarán cantar como un ruiseñor...?!!!!! Y ha sido interesante comprobar de primera mano, que una boda, a pesar de los formulismos sociales, a pesar del 'establishment' y del dejarse llevar, a pesar de la mesa de invitados-compromiso, puede ser especial, original y puede hacerse de uno mismo (bueno, de los que se casan mismamente). Todavía no ha sonado la marcha nupcial y todavía no he bailado el tango prometido con el cura (jejeje), todavía no he visto al novio ni a la novia desfilar por la iglesia con la sonrisa nerviosa y la mirada perdida en un punto indeterminado de los altalres, pero será un sábado inolvidable, y no es peloteo, Atreyu!!!
Aunque sin duda, el periplo prematrimonial que recordaré con especial cariño ha sido el de la búsqueda incesante de mis Tacones Verdes, (y lo pongo en alta por razones obvias) que me amargarían la noche, si no es porque voy a llevar mi poquito de tiritas y mi poquito de chanclas... Hermosos, altos, carísimos, puede que se conviertan en los responsables de alguna de las caídas que den un toque cómico al matrimonio y que me recordarán el resto de mi vida que siempre se puede caer más bajo aún...
Por no seguir por estos derroteros depresivos, diré, que a cinco días del evento social del año en Huelva (nunca fue una ciudad muy animada), me siento como Björk en Bailando en la Oscuridad: absurdamente feliz. Bueno, no es absurdo que disfrute ante la perspectiva de un almuerzo perfecto gratuito con océanos de alcohol, también gratuitos. Cuando a las cuatro de la mañana después de hacer todo lo que hay que hacer me siente con los pies destrozados, el pelo más despeinado que de costumbre y el vestido con algún manchurrón de vino tinto indeleble, cuando llegue ese instante, tomaré una afilada copa de champán y tras brindar por los novios diré aquella mítica frase de Esta casa es una ruina: 'Siempre dama de honor y nunca novia'.

sábado, mayo 27, 2006

Tan cerca del cielo y tan lejos de Dios

La moneda cayó por el lado de la soledad, y el dolor.
Otra vez.
Crímenes perfectos, Andrés Calamaro
"Que dure". En ese libro tan especial de Mario Benedetti titulado La tregua (magnífico título, y el que lo lea sabrá por qué)... en este libro, el prota ( que mantiene una lucha directa, sangrienta, a muerte con Dios) no puede evitar, sin embargo, rezar en un momento determinado de su vida. Que dure, pide, suplica... esperando que ese Dios, tan lejano para él, le conceda el deseo. Que los días dulces que está viviendo no acaben, que la felicidad no sea la afilada cima de una montaña, sino una amplia llanura, casi interminable, como las que se ven en El señor de los Anillos... eso pide, eso reza...
Pero a veces, el deseo es otro, la oración es otra.
Que acabe. Que pase el tiempo. Que cicatricen las heridas. Que el año termine. Volver a empezar. Borrón y cuenta nueva. Amnesia espiritual. Otra ciudad, otras miradas, otras sonrisas y otras canciones.
Que algún día podamos reírnos de todo esto...

miércoles, mayo 24, 2006

El padre de Papa Noel

Hoy, siguiendo con cierta tendencia a escribir post-homenajes, he decidido escribir sobre Norman Rockell. Un dibujante norteamericano al que conocí y aprendí a amar gracias a otro dibujante aznalcollero al que además me une el vocablo C-U-Ñ-A-D-O, y que me introdujo en ese maravilloso mundo del comic y las historietas, y me enseñó que el arte no sólo se presenta al óleo, y que podía disfrutar tanto con un libro de Mafalda (la inolvidable) como con una novela de Javier Marías. En fin, Rockell es su artista favorito, o uno de sus..., y todavía recuerdo el primer libro que me prestó sobre su obra. En la portada aparecía ese maravilloso multi-autoretrato que he colgado en este post para vuestro deleite.



Este buen hombre, con ese estilo tan peculiar, tan realista y al mismo tiempo mágico, impreganaba cada lámina de un aire fotográfico, que sin embargo carecía de la fría apariencia de esos cuadros que cuando los ves dices : parecen una fotografía, y precisamente por eso no gustan. En cierto modo, las láminas de Norman me recuerdan a la de esos locos de pinceles finísimos que se apellidaban Van... lo que sea y que propagaron por el mundo la pintura flamenca, y dieron fama a esos espejos tan inquietantes en los que se reflejaba el propio cuadro. Me recuerda en ese aire entre realista y mágico, repito.
En fin, que nadie espere una vuelta de tuerca en este post básicamente informativo, que no va a cabar con ninguna reflexión, fruto de los dramáticos momentos que vivo (lo que yo os diga, una peliculera), sólo que hoy, no sé por qué, me he acordado de este dibujante, y he pensado que quizás os engancheis también a su estilo viendo algo de su obra. Es mi homenaje secreto a ese otro pintor de brocha fina que me llevó de la mano al cómic.
Como apunte diré, para reafirmarnos en eso de que vivimos en una sociedad algo artificial, que este es el responsable de que Papa Noel sea un hombre gordo, con larga barba blanca, cachetes sonrosados y traje rojo... así lo dibujo para una campaña publicitaria de Coca Cola...

Y aquí van más...


Esta se llama 'Baño Prohibido' y ...

... y esta 'Libres de la pobreza'.

martes, mayo 23, 2006

El pasado que no acaba

Con este maravilloso título made in Javier Marías os preparo para contaros que hoy, mu fort, he entrevistado a... Jacinto Choza, que para el que no lo sepa es el hermano de Pilar Choza, la inolvidable profesora de Historia del Arte o Historia que tuvimos muchos de nosotros en ese IES Gerena, cuyos pasillos será mejor que no hablen nunca.
Ha sido una sensación extraña, sobre todo porque hace dos post (artículos, sorry Jose) hablé de ella de la tita Pili, como solíamos llamarla, aunque sólo fuera para reproducir uno de sus numerosos dichos, ese de "quien no se moja, no cruza el charco". En fin, que en esta vuelta de tuerca temporal, no he podido resistirme y le he dicho al buen hombre que fui antigua alumna de su hermana en el Instituto de Gerena. Y que probablemente ya no se acordaría de mí, pero que le diera recuerdos de todas formas. El hombre encantado de la vida, porque además le hice una pequeña referencia a ese libro que escribieron los dos el de Ulises no sé qué...
En fin, sólo quería compartirlo con vosotros de ahí el motivo de este post más cercano al mail (otra vez te pido perdón Jose).
Hasta el próximo terremoto.


pd. Que nadie me pregunte si se parecen los hermanos porque la entrevista ha sido por teléfono...

lunes, mayo 22, 2006

En las musarañas...

Como el de periodista es uno de los trabajos más apasionantes que existen, el otro día mientras trabajaba me quedé observando a la araña que pende del techo, justo por encima de mi cabeza. Es una amenaza porque a veces oscila de un lado a otro, siempre a punto de caer sobre el teclado de mi ordenador. Llevo una semana pendiente de ella, incluso la he bautizado: Doña Trini II (la I es la tortuga que mi madre tiene en el super).
La veo lunes, martes, miércoles, jueves y viernes... y me he dado cuenta de que, más allás de sus curiosos momentos péndulo, apenas se mueve. Está ahí quietecita; siempre sobre el mismo punto. Y me pregunto qué se debe sentir cuando a una le basta sólo con existir, sólo con estar... No sé, quizás sea injusta con Doña Trini II...

Patriice
Allí está otra vez. La observo lunes, martes, miércoles, jueves y viernes. Siempre en el mismo punto; cada día igual; cada día idéntico al anterior. No sé quizás esté siendo injusta con ella, pero cuando la observo me pregunto a veces qué se debe sentir cuando a una le basta sólo con existir.
Doña Trini II

viernes, mayo 19, 2006

Y sin embargo

Cada día se despertaba a las 6.30 de la mañana.
Observaba el amanecer desde la terraza y saboreaba sorbo a sorbo la taza de café humeante. No tenía nada que hacer. Su turno comenzaba a las cuatro de la tarde, así que disponía de siglos antes de meterse en la ducha, vestirse, recoger un poco la casa y marcharse. Sin embargo, allí estaba, tomando su café cuando apenas había gente en la calle, en un desayuno eterno... a veces con el rostro somnoliento y los ojos cansados, a veces con las huellas oscuras de una pesadilla... pero incapaz de permanecer más tiempo en la cama.
La fuerza de la costumbre que tanto daño puede hacer en las personas.
Cada noche tomaba su despertador redondo, de campana, como los de antes y observaba en la esfera la hora marcada para cada amanecer suyo. Era inútil. No podía cambiarlo.
¿Por qué es tan complicado hacer frente a estos pequeños detalles?, se preguntaba mientras el sol parecía salir de allí mismo, de su plazoleta querida, como un vecino más del barrio.
Eso mismo, por qué es tan difícil.
Patricia se había acostumbrado a tener el armario solo para ella; se había acostumbrado a no sentir su respiración, la de él, mientras dormía; se había acostumbrado a no disponer de sus maravillosas sonrisas, y a no compartir con nadie las palomitas en el cine. Y sin embargo, era incapaz de cambiar la alarma del despertador.
Las 6.30. A esa hora se levantaba él cada día, y con él, ella irremediablemente. Permanecía despierta en la cama hasta que el otro terminaba sus quehaceres (la ducha, el afeitado, la camisa limpia, su colonia...); entonces lo acompañaba hasta la puerta del piso y le deseaba un buen día de trabajo.
Que tengas un buen día...
Luego regresaba a la cama, se desprendía de su pijama y se colocaba el de él. Todavía tenía siglos para dormir, su turno no comenzaba hasta las cuatro...

jueves, mayo 18, 2006

¿A que huelen las nubes?

Quiero que sean sinceros. ¿Podría yo pasar por una niña de 17 años y pocos meses...? Si uno sólo de mis lectores me asegura que sí, ahora mismito lo dejo todo, y me marcho a los madriles a tirar aceite hirviendo a la niñatilla que hace de Sara en Los hombres de Paco, y que a lo tonto a lo tonto no para de darse el lote con el que será el futuro padre de mis hijos (adoptivos, mi preciosa chinita y un pequeño ruso): Lucas.
Me marcharé a Madrid, ella quedará desfiguarada y tendrán que sacarla de la serie, y entonces, en su entierro (porque en la ficción dirán que ha muerto de una sobredosis de coca, que es la chuche favorita de los adolescentes de ahora) yo acudiré como la compañera de instituto que hasta el momento no ha aparecido pero que se revela ante el espectador como una de las mejores actrices de la serie. Y lo más importante, se revela ante Lucas como una impresionante adolescene, de exóticos rizos y colmillo afilado de la que se enamora en el acto. Ella (o sea yo) que es mu buena, se acerca a él para consolarlo. Y claro, surge el chispazo. Es instantaneo. Los guionistas se dan cuenta muy pronto que la subida histórica de audiencia de la serie no se debe a otra cosa que al romance que Lucas y yo, que en la serie me llamaré Asia, estamos empezando, Así que en cada capítulo empiezan a reservar al menos veinte minutos a intercambios de mirada, sonrisas, y mucho beso, abrazo y tocamientos (sé que esto no le gustará a mi lector en la sombra). Como protagonizaremos muchas escenas juntos, Lucas y yo empezaremos a quedar en nuestras horas libres para ensayar y conseguir que cada beso sea digno de una serie como esta, algo que no nos costará mucho, la verdad. Entonces lo que al principio sólo era ficción, se hará realidad. Y él me dirá que me ama, y lo hará sin seguir guiones, porque su amor será verdadero, igual que el mío. La fama no marchitará para nada la inocente pasión desenfrenada que hay entre los dos, y él a pesar del tiempo, me seguirá mirando con esos ojillos que son capaces de atravesar rayos catódicos y llegar, como hace ahora, hasta el fondo de mi corazón roto, pero en vías de restauración...

Seré feliz, con él. Tendré mi final de cuento y de película (yo que peliculera soy) y ni siquiera el Tiempo podrá destruirlo. Venceré. Seré libre, y tendré a mi lado al tio bueno, más buenorro de la televisión y de España entera. Seré la envidia de todas y de todos, y para culminar un año de existos en lo personal y en lo profesional (al poco daré el salto a la gran pantalla). Lucas y yo iremos juntos a los Goya. Yo luciré un vestido que ni la Kidman (vale, llevaré tacones) y volveré a ser la envidia de todas y de todos... Pero sobre todo tendré a mi lado a alquien que sea capaz de quererme con mis múltiples defectos, y que cada mañana me mire a los ojos y me diga: Esta es mi elección, elijo estar contigo porque es lo que quiero y no porque haya cualquier otra circunstancia que lo favorezca.
Me dará un beso en la frente, e iremos a preparar el desayuno de nuestra chinita y de nuestro ruso...
Que así sea.
pd, sé que la foto no es buena, pero se aprecia la belleza de mi amado, o no?

miércoles, mayo 17, 2006

El almuerzo perfecto

Esta es probablemente la décima vez que intento escribir este post. Guardaba el título en una página perdida de mi cuadernito de Jordi Labanda, esperando quizás que los elfos me iluminaran para escribir algo que mereciera la pena. Los comienzos nunca fueron fáciles (en realidad, tampoco los finales lo son, pero esta es otra historia) y no encontré nunca esa primera frase, que un escritor dijo una vez, es la fundamental para encontrar una buena historia. No encontré por más que lo intenté la fórmula acertada, digna, más bien, de los dos personajillos jaraneros y cofrades que protagonizan este post.
Por qué, me pregunto a veces.
Por qué esta dificultad para hacer frente a lo que debería ser tan fácil.
Me acuerdo, llegados a este punto, de un film (sí, lo sé, soy la tanta de las películas, pero es que es lo que se me viene a la cabeza). Decía que me acuerdo de The Village o El Bosque, un peliculón que cuanto más lo veo, más me gusta... Lo siento por los que no la hayan visto pero la peli tiene una escena en el que ese maravilloso Joaquin Phoenix (con esa maravillosa cicatriz en la boca) le dice a su madre que tiene serias sospechas sobre cierto vecino que la pretende. La otra haciendo como que no le interesa el tema le pregunta ¿Por qué?
Porque nunca te toca, responde él.
Y uno, el espectador, se queda como en un estado de paro mental, como si acabaran de decir una bobada. Pero no lo es en absoluto. El chico tiene razón.
A menudo nos cuesta tocar, rozar, abrazar, besar, hablar o escribir sobre aquellos que de verdad nos importan. No sucede siempre, pero a veces sí. Y este blog es ejemplo de ello.
Mi lector en la sombra y mi no lector sabrán sin necesidad de que lo diga, sin necesidad de post, que han alegrado cada día desde mi llegada a esta ciudad, infierno y paraíso, de la que irremediablemente ya me siento un poco parte. Y eso, que se cuaja en cada café y en cada almuerzo perfecto, es difícil de recoger en un sólo escrito, por más que se invoque a las musas.
PD. Ayer mis calcetines eran verdes, pero mi camiseta, azul.

martes, mayo 16, 2006

Días de fútbol

Tenía razón la chica de rosa, la Carrie nazarena, cuando decía en su último post que el fútbol consigue colarse en todas partes.
El domingo andaba yo tirada vilmente en el sofá de mi salita con mi perro a un lado y padre a otro. La televisión encendida, aunque yo no le prestaba atención.
Estaba más concentrada en la depresión que asola mis días, cuando de repente mi padre sale de su estado de ensimismamiento en el que también estaba sumido y me dice con toda la sabiduría de Gandalf en los ojos: 'Lo mejor que tiene el fútbol es que no siempre los equipos grandes ganan; no siempre ocurre lo que estaba previsto o lo que era lógico; el factor sorpresa, eso es lo que hace que sea tan emocionante'. Me quedé clavá, mientras él volvía a mirar a la televisión. Se refería al partido que habían jugado Alavés y Espanyol la noche antes, en el que cuando parecía que todo estaba decidido, el rumbo de las cosas cambiaron radicalmente: el que ganaba perdió, y el que perdía ganó. Efectivamente, así es el fútbol.
Me acordé entonces de otro partido, uno que jugó el Betis contra el Baça hace años, cuando yo estaba en séptimo de EGB. No hace falta que diga quién era el favorito... y sin embargo, un chiquillo desconocido llamado Juanito hizo historia y consiguió cambiar el rumbo, no ya del partido, sino de lo que parecía estar escrito. Consiguió marcar un gol, uno sólo, pero suficiente para que el Betis, el pequeño equipo, consiguiera su paso a cuartos de final o a semifinales, no me acuerdo, de la Copa del Rey.
Moraleja. Ya lo dijo Pilar Choza: quien no se moja, no cruza el charco. Y aún así, aunque parezca que la reflexión está clara y bien asumida por todos, hay quien no arriesga. Hay quien prefiere quedarse en el banquillo y no jugar el partido, pensando quizás que la derrota es segura y que prefiere ahorrarse el sufrimiento o la vergüenza de perder.
Sé que el pensamiento está ya algo ajado. Que no es nada del otro mundo que yo venga a escribir aquí que hay que arriesgar para conseguir las cosas... la pregunta es, amados míos, cómo convencer, como decirle a alguien que hay cosas por las que merece la pena lanzarse al césped y salir lleno de brechas. Y si resulta que somos un nuevo Juanito y conseguimos en el último segundo de la prórroga cambiar el rumbo del partido, de lo que estaba escrito para nosotros.
Creo que la impotencia es uno de los peores sentimientos que pueden alcanzar a una persona. Yo llevo una semana incapaz de... y la sensación de fracaso se multiplica por dos.
Lo peor es que se acerca el minuto 90 y no conseguiré pasar a la final...
Aunque como dicen los futboleros hasta que el arbitro no pita, el partido no ha terminado. Ya veremos

viernes, mayo 12, 2006

La vida es bella

Ella no aspiraba a enamorarse de él. Al menos intentaría no hacerlo. Era una simple cuestión de salud. Si ocurría, si dejaba crecer lo que hasta el momento no era más grande que una semilla, si dejaba que aquel sentimiento enraizara en su corazón, el sufrimiento estaba garantizado. Por qué. También esto era un simple cuestión: él nunca sentiría lo mismo por ella.
Con todo, no podía evitarlo. Lo observaba siempre con el rabillo del ojo, y un escalofrío recorría su cuerpo cuando él pasaba cerca. Tenía la sonrisa y la mirada más bonitas del mundo; y aquello la martirizaba constantemente. Cada día más. Y por más que luchaba, por más que se repetía cada mañana frente al espejo, olvidate, esto es una locura. La presencia del joven arruinaba cualquier convicción. Estaba atrapada. Ya no hay escapatoria. Te has enamorado, se dijo.
Para colmo. Él no sólo era atractivo, sino la mejor persona del mundo. Atento, simpático, siempre de buen humor, siempre con un gesto amable en la cara... Qué martirio, cuando por cuestiones de trabajo tenían que viajar juntos o acudir juntos a algún acto, y él, sin saber o sabiendo, la rodeaba con su brazo o le acariciaba la cara fugazmente. Sí, todo eso hacía. Y en algún momento la joven enamorada llegó a pensar que él podría sentir algo por ella. Pero no. No era posible. No te engañes, al menos.
En todo esto pensaba una tarde, en uno de los pocos momentos libres que el trabajo le dejaba. Escuchaba algo de música y tenía la imagen del joven revoleteándole por la cabeza. Hacía unas horas que lo había visto; y ahora, con el embrujo de la canción, imaginaba que se encontraban en un ambiente más festivo que el habitual, y que con esa música de fondo (escuchaba un éxito de Manolo García) él se acercaba a ella, le sonreía, y le decía que sí, que también sentía lo mismo. Que quería intentarlo. Bonita fantasía...
Aquello ocurrió un lunes. El martes, la historia se repetía. Debían ir juntos a un pueblo cercano a buscar a un nuevo cliente para sus jefes. En el coche, ella dejó caer su brazo izquierdo sobre el asiento, y casi podía sentir el tacto de él, que cambiaba de marchas, y mantenía su mano ahí todo el tiempo, muy cerca. Una de esas caricias que no llegan a ser reales pero que se sienten como si lo fueran.
Abandona por un instante su postura, y sin perder de vista la carretera, enciende la radio. Voy a poner un poco de música, dice él, y le sonríe una vez más. Bien. Durante un segundo busca una determinada pista en un determinado disco. Et voilá... Manolo García se hace con el protagonismo del coche. La canción que suena, cómo no, la misma con la que ella había fantaseado.
Te gusta?
Sí, responde tímidamente. Por un segundo dudó si contarle algo. No todo, pero al menos darle una pista.
Optó por guardar silencio y disfrutar de la canción.
Sabía que aquella mágica coincidencia era lo más que podía obtener de él. Aquel vínculo invisible que sintió que los unía era suficiente. Suficientemente especial como para renunciar del todo al resto. No se sentía triste. Todo lo contrario, fue como una inyección de energía positiva. Nunca había sido tan feliz, nunca se había sentido tan viva como en aquellos minutos que duró la canción. Sonrió para sus adentros, pensando que efectivamente había algo entre los dos, aunque ese algo no encontrara nunca una forma terrenal para materializarse.
Era una manera de amar al fin y al cabo.
Cuando la canción se fue apagando, él se giró hacia ella y le acarició levemente la mejilla, luego siguió concentrado en la carretera contándole lo mucho que le gustaba García en concierto. Su entrega es total, dijo, volviendo a mirarla como solo él hacía, directamente a los ojos. Con un brillo escondido que ella intuía o imaginaba.
Quizás no todo estaba perdido, se dijo. Quizás las señales existen de verdad.

jueves, mayo 11, 2006

EL MURO

Para T. M .
En un pequeño pueblo al oeste de Andalucía se levantó una vez un muro.
No era especial. No destacó por ser demasiado alto, ni demasiado resistente, aunque tampoco demasiado débil. Permaneció entre las gentes de aquel lugar: creció como sus hijos y envejeció como sus abuelos. El Tiempo despertó en él las primeras grietas, y su aparente fortaleza de muro se fue derrumbando irremediablemente.
A su alrededor, a pesar de los años, a pesar de su constante presencia como un pulso a la cotidianidad, nadie llegó nunca a descubrir qué jardín secreto crecía tras él; qué tesoro atesoraba a sus pies; a sentimientos se amparaban en la sombra que proyectaba sobre el terreno.
Nada se conocía de aquel muro. Todo se ignoraba del hombre que latía tras la piedra; de esa presencia silenciosa como un muro que siempre estuvo ahí. Un rostro familiar con gestos reconocibles, y sin embargo un corazón callado, que no alcanzó la luz (que no supo o no supieron).


Y llegó el día, que a todos llega, en el que el muro se derrumbó para siempre dejando atrapado entre los escombros al hombre que lo habitó. Para siempre.
Sólo entonces, cuando de él ya no quedaba más que ruina, más que tierra y polvo (en idem nos convertiremos), un viejo jornalero de rostro surcado y trabajado por el sol, se preguntó qué sabía y qué ingnoraba de aquel muro. Nada y todo.
Pero la cuestión sólo duró unos segundos, luego el viejo continuó su paso en busca de otro que le diera sombra en la siesta.

martes, mayo 09, 2006

Un poco de música

Volveré a sentarme con los míos
volveré a compartir mi alegría
volveré pa’ contarte que he soñado
colores nuevos y días claros
volveré pa contarte que he soñao
colores nuevos y dias claros



Poquito a poco de Chambao. El otro día la estaba escuchando y me alegró la jornada, así que aquí la edito, para que haya un poquito de alegría en este blog, que voy a coger fama de depre, sosa y aburría.

Peregrinación a la tumba de Greta Garbo

Si algo aprecié de Europa fueron sin duda sus cementerios. Para empezar la piedra es maravillosa. Desde que tuve la oportunidad de buscar tumbas de famosos por el Pére Lachaise de París, no soporto el mármol; me parece fuera de lugar.
Desde luego el campo santo parisino es uno de los lugares más maravillosos de la ciudad. Cortázar, Edith Piadf, Chopin (maravillosa tumba), Oscar Wilde, Jim Morrison (con su busto siempre robado), todos descansan allí. Y estoy segura de que durante la noche, sobre todo las de luna llena (por la luz, obvio) montan sus saraos. Imaginen la actividad actividad cultural que deben tener allí con tanto artista enterrado. Probablemente salgan un rato de sus tumbas para estirar, sino los huesos, al menos sí las almas. Montarán sus tertulias a lo Café Gijón o darán esperadísimos conciertos conjuntos entre el siempre joven Morrison y la eterna Piaf. Se lo pasarán pipa, estoy segura.
El encanto de este lugar es precisamente que parece estar encantado. La mayoría de las tumbas, con excepciones, están mal conservadas y la piedra parece caerse a jirones por todas partes. Hojas secas y tumbas abiertas sobre las que la erosión ha borrado las fechas y los nombres. Ostentosas, alegres, humildes o familiares, distintas son las parcelas de cada muerto enterrado allí. Este paisaje lúgubre contrasta con el de los cementerios de Estocolmo.
En uno de ellos, cuyo nombre no recuerdo por razones obvias (mi mente española me impide memorizar palabras con más de tres consonantes seguidas), anda enterrado el pobre primer ministro sueco que mataron, y allí mismo, entre un césped verde, cuidado, perfecto, salpicado de tumbas, se organizan las más curiosas meriendas a las que he podido asistir. En las que el dicho 'el muerto al hoyo, y el vivo al bollo' alcanzan su máxima expresión.
Pero si guardo un buen recuerdo de algún cementerio es sin duda del Skogskyrkogården (he buscado el nombre en el google y lo he copiado, cómo creen si no??), donde está enterrada la Greta Garbo.
Horas, siglos, una tarde entera de metro para arriba y metro para abajo hasta llegar al lugar más cercano desde el que poder accedera pie al cementerio. Atravesamos escampados, evitamos a los controladores de metro (íbamos sin billete) e incluso, nos topamos con una tía, que no sé de donde había salido y que resultó que chapurreaba algo de español.
Al fin, después de tanto esfuerzo, nos encontramos bajo el arco de entrada del cementerio, y conseguimos adentrarnos en él.
Parecía un bosque en el que las tumbas se integraban a la perfección. Si no fuera por la aplastante presencia de las lápidas no hubiera creído nunca que estaba en un cementerio. Alucinante. El sol brillaba y los pajarillos revoloteaban por encima de nuestras cabezas...
Tras un largo caminar entre los muertos, dimos con la tumba de la actriz.

Hago aquí un alto para contar que es curioso... porque un viejo conocido de mis padres, un vasco llamado Urrutia, solía llamarme Greta Garbo cuando era pequeña. Ignoro el por qué ni siquiera guardo un recuerdo nítido de aquello (tenía tres años) y sé más por lo que me contaron, que por lo que guardo en la memoria.
Colocarme entonces delante de la tumba de la Garbo fue toda una experiencia que no sé por qué resultó bastante conciliadora. Como si aquella romería en pleno Estocolmo fuera algo que tenía que hacer, que tenía pendiente. Maktub. Aunque por aquel entonces todavía no lo sabía.
Cogí unas flores y sobre una hoja arrancada de mi pequeña libreta escribí 'Estuve aquí para verte, que la muerte te sea leve'.

Para aquellos que no lo sepan, esta es la maravillosa máscara de Greta Garbo que Gargallo hizo, y que puede visitarse en el Museo de Arte Contemporáneo Reina Sofía de Madrid.

Cielo sopra Ferrara


FERRARA. Por ahora es sólo un nombre; sólo es una ciudada ubicada en el mapa. Al norte. Al norte de Italia.
Pero quíen sabe, quizás pronto pueda ser un destino... una nueva ventana abierta... un cuaderno en blanco... un pedazo de cielo azul (sin cemento).

lunes, mayo 08, 2006

MOI AUSSI

Si Jose tuvo la delicadeza de conduciros al afilado borde de esta espalda del tiempo y a tomar una buena merienda en el cortijo de la Zarzamora... yo aprovecho este espacio para anunciar la llegada, si bien no al mundo de los blogs, sí al menos a esta red aznalcollera de psicópatas que no paran de ecribir y publicar lo que se les pasa por la cabeza, reconózcanlo chicos, somos un poco así, de una nueva profesional, de una maestra del periodismo y de las conversaciones a medio camino entre la confesión y el gabinete psicológico.
La chica de rosa:
http://cecifromtheblog.blogspot.com/

Perdón por la banalidad

Hermanos blogeros del mundo... tras cinco intentos he conseguido subir la imagen de mi nuevo dios para compartir con vosotros su belleza (cuánta generosidad cabe en mí). En fin, que ha sido un verdadero coñazo, así que aunque se me haya quedado colgado ese NO... voy a escribir, etc. pues que no voy a corregirlo, que estoy cansá, tocotó, y me voy a casa a ver si termino mis post por entregas.
Saludos desde el otro lado

Canto a la belleza




No voy a escribir mucho porque en estos casos sí es cierto que vale más una imagen que mil palabras, y que me perdonde mi amigo poeta, aunque sé que en el fondo él lo entenderá.
Este es un ejercicio sencillo, sólo les propongo una ruta por el cuerpazo de este guapo actor que ha conquistado mi pequeño corazón (un pareado para esta oda). Deténganse en la profundidad de sus ojos, en esa boca que no invita más que a comérsela (la boca, digo), y ese cuerpazo, que quizás no se adivine en la imagen, pero créanme: en la película, los músculos de la espalda se le marcan bajo el chaleco... una maravilla, un dios hecho de carne y hueso para que los mortales tengamos algo con lo que martirizarnos... La película que protagoniza digamos que no es un peliculón, una comedia romántica al uso, aunque sí es cierto que algo más original que las habituales y con un poco más de calidad (al César lo que es del César)... así que invito a verla (Ojalá fuera cierto es el título) a todos los que estén dispuestos a deleitarse durante una hora y media y a repetir, como mi compi de piso hizo (algún día le dedicaré un post porque se lo merece)... qué boca!!!
Como diría Jose... Pasen y vean, y disfruten



domingo, mayo 07, 2006

To be concluyed...

Ayer mientras cruzaba un semáforo en la Palmera y me adentraba en la peatonal calle Tres de agosto, me sentí como Sarah Jessika Parker rematando un capítulo de Sexo en Nueva York.
Caminaba despacio, la mirada en el suelo y cruzándome con decenas de desconocidos ajenos a mi dolor. Incluso no me faltaba una melodía de fondo que sólo yo podía escuchar gracias a mi flamante MP3 o Naranjito II (si la Zarzamora, la del blog como un cortijo, me lo permite). Sonaba como digo una canción. Era 'No' de Shakira.
Dejaba pues envolver cada paso que daba con aquellas frases que tanto sentido parecían tener. Voy a pedirte que no vuelvas más, dice en un gorgorito la perra libanesa a la que envidio semejante movimiento de caderas. Y precisamente eso acababan de hacer conmigo, pedirme que no volviera, que dejara tiempo (para que hiciera su efecto) al veneno que yo misma inyecté. Así regresaba a casa SOLA, tratándo de resolver la forma tan enrevesada que el Universo tiene a veces de actuar... la forma tan enrevesada que algunas parejas tienen para unirse.
Pensaba en ello, y sin embargo, no hubo remate para el patético capítulo que protagonicé. No hubo moraleja como las de la Carrie en Sexo en Nueva York.
No había nada. Solo mi paso lento entre los extraños, calle Concepción ahora. La voz de Shakira no se fue apagando para que un hipotético espectador pudiera escuchar mi final y salvadora reflexión. La clave para entender la historia no llegaría. Solo yo, buscando la llave en el fondo del bolso. Yo, empujando la pesada puerta del portal, y depués rehuyendo la mirada del espejo en el ascensor.
No hubo final para esta historia sin final.
Solo quedé yo continuando un capítulo que ya había dejado de tener sentido. Ahora la pregunta es: ¿lo tuvo alguna vez?. Hay share suficiente para una segunda temporada.


p.d. Este post lo escribí sobre mi libreta de Jordi Labanda la madrugada del dos de mayo (qué histórica) tras un desencuentro. Hoy no veo la realidad tan negra, pero he querido publicarlo para ser fiel al blog. Y para que conste en acta.

jueves, mayo 04, 2006

Casualidades. Parte Segunda.

... El profesor miró a Narnia desde lo más profundo de sus ojos azules. Permaneció durante un segundo en silencio y luego volvió a sonreir. "Eso es lo que queremos averiguar".
Pero tendrán alguna sospecha...
Es posible. Pero no te confundas, aunque humanista llevo marcado con fuego el método científico. Quiero decir, que soy muy cauteloso con nuestros avances. De todas formas tengo mis propias ideas. Al margen de lo que el equipo de investigación piensa, considero que la conexión entre Shakespeare y Cervantes fue mayor de lo que se piensa, muy fuerte. Cada uno logró influir en la obra del otro, aunque ni ellos mismos fueran conscientes de esto. Se crean vínculos, sabes? Entre las personas. Quiero decir vínculos visibles, físicos, y si me permites, orgánicos. Esto último explicaría la coincidencia en la fecha de sus muertes. ¿Quieres un poco de agua?
Sí, por favor.
Tomó una apetitosa jarra de agua fresca y mientras la vertía sobre el vaso continuó su lección, un tanto peculiar.
Para que me entiendas: el filing artístico entre Shakespeare y Cervantes fue tal que pasaron, digamos, a otro nivel de unión... una unión mental. Cuando entre dos personas se produce un intercambio muy importante de conocimiento, de experiencias, de puntos de vista puede ocurrir que sus pensamientos se acoplen. El mecanismo de ambos termina siendo el mismo, de la misma forma que al andar con alguien vuestros pasos acaban siguiendo el mismo ritmo. Vuestra mente reacciona ante las mismas cosas y de forma coincidente. Pero todavía queda un nivel más alto, el orgánico que te decía. El primer síntoma puede ser por ejemplo soñar las mismas cosas o escribir una carta a otra persona justo en el mismo momento en que esa persona te escribe a ti. Los sobres se cruzan en el camino. Una bonita coincidencia, ¿no te parece? Luego se puede profundizar más, de forma que uno termina muriendo el mismo día que el otro, o poco después. Vuestros organismos están conectados y uno no puede funcionar sin el otro. En muchos matrimonios ancianos ocurre esto, y se suele decir, 'murió de pena'. Pero no es tan sencillo, al menos no es SÓLO eso.
Sí, pero Shakespeare y Cervantes no pasaron 50 años felizmente casados.
No, ni mucho menos. Lo que denota claramente que estamos ante un caso muy especial. Quizás la respuesta esté en la genialidad de ambos. Es complicado. Pero es bueno que algo quede en blanco, es emocionante que una de las piezas del puzzle no encaje del todo, o que se haya perdido.
Vaya.
Sí, eso mismo.
No te ofendas, pero todo esto me parece un poco NEW AGE, y un poco Kicht también.
Narnia miró al profesor. Volvió a observar su camia remangada hasta el codo. Perfecta y casual al mismo tiempo. Durante un segundo, tuvo la sensación de que aquel tio se estaba quedando con ella por muy profesor que fuera.
La gente tiende a pensar que le estoy tomando el pelo, adivinó él.
No es de extrañar.
No, no lo es.
El profesor miró a Narnia satisfecho. Había conseguido captar la atención de la joven periodista. Parecía una alumna. Llevaba una camiseta de corte romántico que realzaba su cuello. Apetitoso cuello, citó.
Al principio hablaste de casualidades.
No, justo lo contrario. Te decía que dejan de ser simples casualiades en el momento en que responden a algo, en este caso al vínculo que se estableció entre ambos escritores.
Y entonces... todo tiene un por qué, que sé yo, UNIVERSAL... como en El Alquimista de Paulo Coelho, que cada uno cumple su papel en la Gran Historia.
Bueno, fue una buena aproximación la del libro. De todas formas yo no aspiro a tanto. No quiero convencer a nadie de que cada paso que da responde a algo, de lo que sí estoy seguro es de que en el caso de Shakespeare y Cervantes ya va siendo hora de que dejemos de hablar de coincidencias y casualidades; de contextos históricos y culturales indénticos. Hay mucho más.

Durante un instante la joven permaneció en silencio, recreándose algo más de lo necesario en la nota que tomaba. No hacía falta que escribiera literalmente la frase, para eso estaba la grabadora. Sin embargo, joven Narnia, sabías que el profesor te estaba observando y quisiste darle tiempo, ¿verdad? 'Hay mucho más'. Terminaste de escribir y volviste de nuevo a su antención con una sonrisa. El botón de la camisa que llevaba desabrochado de más dejaba ver su pecho imberbe, moreno. De fibra en su punto justo. Apetitoso torso, citaste.
Después de un rato conversando en el escritorio, cada uno a un lado, con la frontera de madera guardando las distancias. Decidisteis mudaros a la otra mesa, la circular amplia y limpia de papeles, donde silla junto a silla no había límites.
No sé por donde empezar. Tengo muchos textos que podrían servir para ilustrar lo que digo. Pero claro, hay que tener en cuenta que para encontrar hay que saber lo que se busca. A veces las cosas están delante de nuestras narices y no hay nada que podamos hacer por verlas, si nuestra mente no está alerta, preparada para hallarlas.

miércoles, mayo 03, 2006

EL BESO




Y existe también ese chico que es la razón por la que cada mañana te levantas y vas al instituto...

Como yo tengo mi lado algo ñono, superficial, hortera... umm, la verdad es que esto no sé donde encuadrarlo. Como yo tengo, digo, lo que hay que tener para disfrutar de una comedia romántica de estas americanas típicas (en las que al final, siempre hay alguien que inicia un patético aplauso, ya saben...), la otra tarde me quedé viendo una.
Ya la conocía (es lo que tiene el Plus, que repite mucho), pero me apeteció volver a tragarme el final empalagoso, principalmente porque el prota es de lo más mono.
Nunca me han besado era el título de la peli (lo sé, es lo peor) y trata de una joven reportera que regresa al instituto haciéndose pasar por alumna para escribir un artículo sobre las inquietudes de los jóvenes, sus formas de vida, etc.
Todos los estereotipos se reproducen en el film: las guapas malas, el deportista, la rubia tonta, los empollones y existe también ese chico por el que te levantas cada mañana y vas a clase... Eso decía.
Me quedé pensando en la frase algo emocionada, la verdad, porque me trajo de nuevo a aquel joven al que yo observaba siempre de lejos con una avidez casi obsesiva y preocupante (pienso ahora con el Tiempo).
Lo tengo en la mente, tengo grabada su forma de andar por los pasillo salmón del IES, su carpeta amarilla, la caída de sus vaqueros, lo bien que le resbalaba el flequillo por la cara... y pienso que la primera (y probablemente única) locura que hice en mi adolescencia la hice por él. Marcharme un domingo imborrable de lluvia a su pueblo y esperar nerviosa una cita que parecía no llegar nunca. Recuerdo los escasos minutos en los que estuvimos a solas, él y yo, intentando refugiarnos del agua en el escaparate de un confesionario Mercedes, con un beso que nunca llegó y que se quedó colgado de nuestras bocas.
Recuerdo su preciosa mirada sobre mi, con una media sonrisa, pensando probablemente que no era más que una cría.
Estos dos no llegan, dije refiriéndome a mi amiga y a su amigo, que andaban también perdidos en otro portal, aunque a ellos, supe luego, no se les quedó ningún beso colgado.
Qué quieres hacer tú. Y lo dijo invitándome a algo, esperando quizás una señal, un brillo en los ojos, una sonrisa pícara... O tal vez esperaba silencio, tal vez si me hubiera callado se habría acercado a darme el inolvidable primer beso (uy, qué cursi esto).
Pero no.
¿Volvemos?, hablé.
De acuerdo.
Así que abandonamos aquel concesionario paradisíaco y regresamos bajo la lluvia a la discoteca donde finalmente encontramos a los otros.
No es que me arrepienta. Las cosas salieron así, y así tenían que ser. No es que el momento sea menos emotivo o especial por su final algo insulso. Ni mucho menos. Aunque sí es cierto que a veces me pregunto qué habría pasado si no hubiera formulado yo aquel ¿volvemos? ¿Tan diferente podría ser todo? ¿Estaría escribiendo yo en este blog?
Recuerdo aquel tiempo que parecía detenido en el concesionario, los dos con las cabezas apoyadas sobre el escaparate que nos daba un poco de luz en aquella noche cerrada. Recuerdo esa escena como si la acabara de vivir y pienso que realmente es difícil saber, incluso con el paso de los años, qué momentos fueron los realmente importantes. En qué segundo de nuestras vidas, éstas tomaron un rumbo u otro. Qué silencios fueron los decisivios.


PD. Aquel domingo de lluvia tuvo su propia banda sonora, 'La margarita dijo no' de Alejando Sanz sonó al menos cuatro veces en mi paso por las calles de Guillena.