lunes, septiembre 03, 2007

Pensando en el terremoto








Sentencia mi Javier Marías [perdón] que entre los principales males que acechan al Hombre está el de no figurar allí donde se pudo. "Ese podría haber sido yo". Cuántas veces en la Historia se habrá murmurado, pensado o incluso gritado esa frase. A veces con odio y rencor, otras con resentimiento, incluso con vergüenza por no haber asumido el destino que, en teoría, nos fue dado al comienzo del Tiempo [como en La vida secreta de las palabras].



Todos llevamos dentro ese alma de figurante, esa obsesión por la huella que de pequeños nos arrastra a corretear por el cemento fresco [a pesar del cartel de prohibido] y de jóvenes y de adultos y de mayores nos coge las llaves para arañar sobre la mesa del Moli Malon [disculpen los choqueros que no sepa como se escribe] nuestro nombre y el de quien nos acompaña, y aún más la fecha en la que lo hacemos. En las puertas de los servicios públicos, en lo más alto de la torre Eiffel o en la barandilla oxidada del puente que cruza la presa de Aznalcóllar, abundan los corazones, las declaraciones eternas de amor y amistad, las venganzas y rencores pasajeros, guardados, sin embargo, para la posteridad, como aquel maravilloso 'Tom (?) estuvo aquí' de Cadena perpetua y también de Kamchatka.


Ansiamos nuestro minuto de gloria, como el de Abel Antom entrando en el Estadio Olímpico de la Cartuja, con una fuerza invisible llegada desde no se sabe donde que todavía lo mantenía en pie y corriendo [como si se tratara de aquel primer griego que echó a correr], mientras un público eufórico zarandeaba, como nunca, las banderas de la España. La marea azul que acompaña a Fernando Alonso o los inolvidables "Indurain, Indurain, Indurain", haciendo temblar los adoquines de los Campos Eliseos. Trueba dando las gracias a Billy Wilder y Almodóbar a la Virgin of Cabeza. E incluso, aquel madurito que utilizó el comodín de la llamada para decirle a su buena esposa, en er vivo y en er directo, que acababa de ganar el 50x15.


Mientras los equipos de medio mundo salían a jugar con el 16 de Puerta en el pecho en hermoso y sin precedente homenaje póstumo, el entrenador de un club de los de campos de albero y pelea seguro con el arbitro los domingos, tuvo escaso minuto y medio para hablar del jugador, su jugador, de 31 años que acababa de fallecer también por muerte súbita. Para él no ha habido minutos de silencio en media Europa, ni presidentes enemigos reconciliados por el dolor. Bueno, quizá tampoco lo necesitara. Ni él ni su familia y amigos, que si lo sienten y añoran, si lo homenajean desde su humilde anonimato. Y añado: lo entiendo. Entiendo el trato distinto para cada uno, entiendo el sufrimiento desconocido, el dolor sin nombre que cada día se desvanece en el planeta para dar paso al que sigue. Y sin embargo [otra vez] no puedo evitarlo. No puedo evitar pensar en el miedo, la angustia o la frustración de no figurar allá donde pudimos o debimos; de no estar en el lugar al que optamos o en el que nos hubiera gustado estar. No conseguir nuestro particular instante justo en el sitio adecuado, nuestro "punto de Andy Warhol", como alguien maravillándome apuntaba ayer.
Hasta el próximo terremoto


1 comentario:

Anónimo dijo...

Soberbio. Como siempre. ¿Sabes? Ayer pensé que había llegado el momento que ese destino había preparado para mí en la plaza de Colón madrileña, pero un balón se salió de la puñetera canasta y se agüó la fiesta. Por lo menos Rafa Pascual ha conseguido su primera medalla con la selección de voleibol. A los 37 años. Ya le tocaba. Y muchas felicidades a José Luis Lobato, un onubense en la cima del mundo en estos momentos. PN.