martes, mayo 16, 2006

Días de fútbol

Tenía razón la chica de rosa, la Carrie nazarena, cuando decía en su último post que el fútbol consigue colarse en todas partes.
El domingo andaba yo tirada vilmente en el sofá de mi salita con mi perro a un lado y padre a otro. La televisión encendida, aunque yo no le prestaba atención.
Estaba más concentrada en la depresión que asola mis días, cuando de repente mi padre sale de su estado de ensimismamiento en el que también estaba sumido y me dice con toda la sabiduría de Gandalf en los ojos: 'Lo mejor que tiene el fútbol es que no siempre los equipos grandes ganan; no siempre ocurre lo que estaba previsto o lo que era lógico; el factor sorpresa, eso es lo que hace que sea tan emocionante'. Me quedé clavá, mientras él volvía a mirar a la televisión. Se refería al partido que habían jugado Alavés y Espanyol la noche antes, en el que cuando parecía que todo estaba decidido, el rumbo de las cosas cambiaron radicalmente: el que ganaba perdió, y el que perdía ganó. Efectivamente, así es el fútbol.
Me acordé entonces de otro partido, uno que jugó el Betis contra el Baça hace años, cuando yo estaba en séptimo de EGB. No hace falta que diga quién era el favorito... y sin embargo, un chiquillo desconocido llamado Juanito hizo historia y consiguió cambiar el rumbo, no ya del partido, sino de lo que parecía estar escrito. Consiguió marcar un gol, uno sólo, pero suficiente para que el Betis, el pequeño equipo, consiguiera su paso a cuartos de final o a semifinales, no me acuerdo, de la Copa del Rey.
Moraleja. Ya lo dijo Pilar Choza: quien no se moja, no cruza el charco. Y aún así, aunque parezca que la reflexión está clara y bien asumida por todos, hay quien no arriesga. Hay quien prefiere quedarse en el banquillo y no jugar el partido, pensando quizás que la derrota es segura y que prefiere ahorrarse el sufrimiento o la vergüenza de perder.
Sé que el pensamiento está ya algo ajado. Que no es nada del otro mundo que yo venga a escribir aquí que hay que arriesgar para conseguir las cosas... la pregunta es, amados míos, cómo convencer, como decirle a alguien que hay cosas por las que merece la pena lanzarse al césped y salir lleno de brechas. Y si resulta que somos un nuevo Juanito y conseguimos en el último segundo de la prórroga cambiar el rumbo del partido, de lo que estaba escrito para nosotros.
Creo que la impotencia es uno de los peores sentimientos que pueden alcanzar a una persona. Yo llevo una semana incapaz de... y la sensación de fracaso se multiplica por dos.
Lo peor es que se acerca el minuto 90 y no conseguiré pasar a la final...
Aunque como dicen los futboleros hasta que el arbitro no pita, el partido no ha terminado. Ya veremos

1 comentario:

Anónimo dijo...

"¿Qué se está fraguando en las profundidades de tu espíritu?" Tremenda frase del tal jose que pondré en un post it y guardaré... Hasta que se pierda en los confines más recónditos del habitáculo principal de mi alma.