lunes, noviembre 20, 2006

Tiempo y espacio

Estar lejos de alguien a cuyo lado duermes. Sentirte cerca a 800 kilómetros de distancia. Viajar en un incómodo autobús durante 16 horas: la ida es corta y largo es el regreso. Llenar precipitadamente una mochila con un par de camisas para lanzarte a esa escapada que, en principio, habías descartado. Una hora y media de coche por una desamparada carretera para recuperar durante quince minutos el tacto delicioso de unas manos. Citas en medio de la madrugada. El pijama tirado sobre la cama y los vaqueros ya dormidos de nuevo enfundados. “Ahora que estás aquí te echo más de menos que hace una hora”. Cien kilómetros y ocho plantas que no impiden una caricia… La Teoría de la Relatividad es capaz de dejarnos algunas de las sensaciones más increíbles de nuestra existencia. Las que en ese minuto, en el que nuestras vidas se proyectarán ante los ojos moribundos, tendrán un lugar preferente; y serán capaces todavía en ese último momento de arrancarnos una sonrisa.
Nota por aniversario: Este es el post número cien que escribo en la Negra Espalda del Tiempo, y no quería dejar pasar la ocasión para agradeceros vuestras fieles lecturas y vuestros fieles comentarios. Sois todo bien. Salud y buen paseo os deseo por este desierto literario (vuestras mentes agudas habrán dado buena cuenta del oasis en el que me encuentro en la actualidad).

1 comentario:

Pedro-Abeja dijo...

Atravesando Despeñaperros escuchaba el programa de Íker Jiménez en la Ser. Hablaban de la posibilidad o la imposibilidad de los viajes en el tiempo y alguien dijo: Siempre estamos viajando en el tiempo, constantemente viajamos del pasado al futuro. Otro dijo: Tiempo y espacio son la misma cosa, cuando nos movemos por el espacio también viajamos por el tiempo.
Yo, metido en aquel autobús pasando sobre aquellas gargantas en las que la roca viva se eleva al cielo como cuchillos, atravesaba el Tiempo camino de un futuro que, una vez más, podía resultar no ser más que un "falso cielo de cemento azul" contra el que estrellarme. Por suerte, en esta ocasión a lo que encontré le sobran las palabras "falso" y "cemento".

Vuelvo cargado de muchas cosas que no pesan y entre ellas un beso para ti. Espero verte pronto para dártelo.

Te quiero.