sábado, noviembre 18, 2006

Lecturas Obligatorias


"Cada vez que me acuesto con Nancy Flower o con la secretaria especial de Robert Kennedy, o con una camarera del Stuart Hotel, salgo del lance con la cabeza llena de imágenes de rotos recuerdos. Después reconstruyo los rostros a partir de los fragmentos y siempre resultan fotografías irreales de vivencias con Muriel. A veces es el peso sostenido y tibio de su cara encajada en el hueco de mi mano. A veces la maraña de su pelo sobre la almohada o sobre la arena de la playa. Una sonrisa. El embarazo de una despedida o una llegada emocionada. No es que Muriel sea mejor o peor que estas muchachas, tampoco su cuerpo era más hermoso, sobre todo si lo comparo con el de la secretaria especial de Robert Kennedy. Muriel, la incómoda Muriel, era un testigo interesado de mi vida y aunque todo interés sea ambiguo y en el interés de poseer yace el sustrato de la destrucción, la posesión abriga como una manta vieja de tiempo, pero llena de la vitalidad de una lana conocida, adaptada a la piel desnuda, como una patria tibia.
(…)
Tal vez retorno siempre a la rota imagen de Muriel porque me asalta la angustia del ciclista que pedalea solo y con la sensación de que ya no puede ganar esta carrera, ni otra siquiera porque tampoco nunca podrá abandonar la carrera que nunca ganará. Resulta muy complicado sustituir unas convicciones vitales por otras y, en definitiva, esta sustitución siempre se revela absurda porque la vida, lo tengo estudiado, es una sucesión de movimientos sin éxito."

Descubrí a Vázquez Montalbán gracias a la Facultad. Gracias a ese listado de lecturas obligatorias que de vez en vez nos depara agradables sorpresas. De repente te ves iniciando una lectura que, quizás, nunca hubieras hecho si no fuera por una nota final impresa en un folio colgada en un tablón con cristales. Y da vértigo pensar que podría haber pasado toda mi vida sin descubrir estas hermosas parrafadas del nihilista, más nihilista sobre el que jamás he leído nada: Peppe Carvalho. Supongo que no lo hubiera echado de menos puesto que no lo conocía, pero mi existencia hubiera sido un poco más triste.
En fin, me encanta. Toda la novela resulta un poco surrealista (literatura experimental de los setenta), pero merece la pena porque está llena de momentos como este, aunque ESTE sea el mejor. Y quería compartirlo con ustedes.

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