miércoles, noviembre 29, 2006
Jirones de Existencia
hoy por ti los remiendo
y coso mis hojas hacia atrás
con propósito de enmienda,
con el recuerdo de tus besos
aún clavado en mi espalda;
pero con las ganas de no verte,
con el anhelo de que el hilo
que borde mis lunas
tenga lo bueno de ti
y lo malo de nadie.
Mis jirones de existencia
renuncian hoy -por fin-
a tu nombre.
Raquel Rendón
sábado, noviembre 25, 2006
Mr. Marias
En fin, me recomendó Negra Espalda del Tiempo. Vamos, la recomendó en clase, pero como yo soy una alumna muy aplicada, corrí a comprármela. ¿Tiempo?, me dije, esto me interesa. Y en efecto, así fue…
Me dejé llevar por la narración (por su forma de narrar), por sus interminables enumeraciones, paréntesis, por esa literatura que se mueve en círculos concéntricos y en la que al final, todo confluye. Cuando leo algo de Marías, me cuesta creer que pueda haber alguien en este mundo al que no le guste su prosa. Pero bueno, eso es bueno. La variedad, digo. La diferencia.
Yo no tengo el gusto de conocerlo personalmente (más allá de la asistencia a una de sus charlas). No sé si es buen amigo, si es amante fiel o bandido, respetuoso hijo o cariñoso padre (aunque no tiene vástagos conocidos). Me gusta su forma de mirar, como escudriñándolo todo, su media sonrisa torciendo un poco la boca, su mano de sombra… su pin de Shakespeare en la solapa (siempre), su gusto por el cine, su inusitada defensa del fútbol (remito al post 0h, capitán, mi capitán), sus símiles, sus sustantivos en miento (acabamiento, fingimiento, apagamiento…), sus librerías y su búsqueda en las librerías de viejo, con manos enguantadas para evitar el polvo.
Me gusta como entiende el paso del tiempo, como juega con él y como ha sabido verbalizar el sentimiento de que no sólo somos lo que somos o fuimos, lo que hacemos o hicimos; también lo que nunca seremos ni fuimos, lo que nunca haremos ni hicimos. Mr. Marias (con acento en la ‘ma’) como lo llamaban en Oxford dio más sentido a mi vida. Leerlo fue como cuando en el panel de letras de aquel exitoso programa de televisión, de repente uno encontraba la palabra de nueve letras. Y aquella fila ilógica (a priori) de vocales y consonantes se convertía en un cartel luminoso, claro que nos parpadea sin descanso la palabra, al fin, hallada.
Pd. Ya era hora de que hablara del espíritu que habita mi blog desde el comienzo de los días. Desde que los post no tenían nombre y había que señalarlos con el dedo ;)
lunes, noviembre 20, 2006
Tiempo y espacio
sábado, noviembre 18, 2006
Lecturas Obligatorias
"Cada vez que me acuesto con Nancy Flower o con la secretaria especial de Robert Kennedy, o con una camarera del Stuart Hotel, salgo del lance con la cabeza llena de imágenes de rotos recuerdos. Después reconstruyo los rostros a partir de los fragmentos y siempre resultan fotografías irreales de vivencias con Muriel. A veces es el peso sostenido y tibio de su cara encajada en el hueco de mi mano. A veces la maraña de su pelo sobre la almohada o sobre la arena de la playa. Una sonrisa. El embarazo de una despedida o una llegada emocionada. No es que Muriel sea mejor o peor que estas muchachas, tampoco su cuerpo era más hermoso, sobre todo si lo comparo con el de la secretaria especial de Robert Kennedy. Muriel, la incómoda Muriel, era un testigo interesado de mi vida y aunque todo interés sea ambiguo y en el interés de poseer yace el sustrato de la destrucción, la posesión abriga como una manta vieja de tiempo, pero llena de la vitalidad de una lana conocida, adaptada a la piel desnuda, como una patria tibia.
(…)
Tal vez retorno siempre a la rota imagen de Muriel porque me asalta la angustia del ciclista que pedalea solo y con la sensación de que ya no puede ganar esta carrera, ni otra siquiera porque tampoco nunca podrá abandonar la carrera que nunca ganará. Resulta muy complicado sustituir unas convicciones vitales por otras y, en definitiva, esta sustitución siempre se revela absurda porque la vida, lo tengo estudiado, es una sucesión de movimientos sin éxito."
Descubrí a Vázquez Montalbán gracias a la Facultad. Gracias a ese listado de lecturas obligatorias que de vez en vez nos depara agradables sorpresas. De repente te ves iniciando una lectura que, quizás, nunca hubieras hecho si no fuera por una nota final impresa en un folio colgada en un tablón con cristales. Y da vértigo pensar que podría haber pasado toda mi vida sin descubrir estas hermosas parrafadas del nihilista, más nihilista sobre el que jamás he leído nada: Peppe Carvalho. Supongo que no lo hubiera echado de menos puesto que no lo conocía, pero mi existencia hubiera sido un poco más triste.
En fin, me encanta. Toda la novela resulta un poco surrealista (literatura experimental de los setenta), pero merece la pena porque está llena de momentos como este, aunque ESTE sea el mejor. Y quería compartirlo con ustedes.
miércoles, noviembre 15, 2006
PRINCESAS
"Es rara ¿no? la nostalgia. Porque tener nostalgia, en si, no es malo. Eso es que te han pasado cosas buenas y las echas de menos. Yo por ejemplo no tengo nostalgia porque nunca me ha pasado nada tan bueno como para echarlo de menos, eso si que es una putada. ¿Se podrá tener nostalgia de algo que aún no te ha pasado? Porque a mi a veces, me pasa, que me imagino como van a ser las cosas... con los chicos por ejemplo, o con la vida en general, y luego me da pena cuando me acuerdo de lo bonitas que iban a ser, porque iban a ser preciosas.... Y luego, cuando lo pienso me da nostalgia, porque iban a ser tan bonitas.... Cuando me doy cuenta de que aún no han pasado y que a lo mejor no pasan nunca, me pongo super triste, supertriste tía. Pero es como una tristeza a cuenta, como la fianza de cuando alquilas una casa, pero con la tristeza, porque la pones por delante, y total, sabes que la vas a acabar utilizando igual".
Esto de los blogs es sin duda maravilloso. Son como un pequeño milagro de la comunicación virtual que nos depara a veces sorpresas de las increíbles, de las de ‘realmente no me puedo creer que me esté pasando esto’. Tiene algunos detractores, pero por ahora, y para mí, la experiencia está resultando de lo más positiva. Tanto es así, que tengo como un pequeño mono diario. Necesito escribir prácticamente todos los días; necesito saber que hay alguien que me lee en ese otro lado del universo virtual y necesito leer otros blogs. Saber que se cuece por ahí. Lo mejor es que, a pesar de que unos puedan pensar que es algo frío, yo tengo la sensación de que todos estamos más cerca con esto de la red bloguera a la que no paran de sumarse nuevos miembros, y que abriga la aparición de nuevos vínculos, nuevos intercambios, una nueva intercomunicación… Este post es ejemplo de ello, porque proviene de Caminos Blancos, y es la respuesta a un comentario que hice al comentario que a su vez alguien dejo en este maravilloso e inmaculado blog. No sé si ha quedado claro, pero quería colgar aquí (ya que me lo pusieron en bandeja de plata) la fantástica reflexión-monólogo que Candela Peña hace en Princesas. Léanla y si sienten lo que debieran corran a bajarse la película, háganse socio del video club más cercano para poder alquilarla. Pídanla a aquel compañero de clase o de trabajo que saben que la tiene. Porque lo merece.
martes, noviembre 14, 2006
Señales
La niña se acercó al mostrador y preguntó.
Acababa de cumplir nueve años y su padre había decidido que ya era hora de que tuviera su carné. Documento Nacional de Identidad. Sonaba a importante, y ella se sintió también así.
Y una letra también, añadió el simpático funcionario que los atendía.
Aunque…, intervino de nuevo el funcionario.
¿Aunque qué? Preguntó la niña ya impaciente, con ojos grandes, curiosos, abiertos como platos.
Aunque yo diría que la letra es algo más importante, dijo el otro con voz misteriosa. Verás, dicen, si bien es algo que no está totalmente demostrado, pero dicen (y bajó un poco la voz) que esa letra es la inicia del que será el amor de tu vida. Del de cada persona, se entiende.
¿Me dirán ustedes el nombre de mi… marido?, dijo. Y se puso un poco colorada. ¿marido? Pero, ¿ella iba a casarse? Que lejos y ajeno le quedaba todo aquello.
Bueno, no podemos darte el nombre completo, sonrió el policía, sólo una pista, su inicial. La primera letra de su nombre.
Su padre había terminado ya con los papeles y el trajín con el funcionario dio por zanjada la conversación.
Muy bien, aquí está el resguardo. El carné estará listo en unas tres semanas. Compruebe, por favor, que los datos son correctos.
Su padre miró concienzudamente el trozo de papel, y sonrió, sí, todo en orden. Muchas gracias. Adiós.
El hombre tomó de la mano a su hija y salieron del edificio. Él dijo algo entonces de tomar un café o un refresco, pero la niña a penas escuchaba. Estaba impaciente, nerviosa. El corazón le latía con fuerza y sentía una emoción que nunca antes había experimentado.
Me dejas ver, papá, se atrevió a decir al fin.
Sí, claro.
Su padre le entregó el resguardo de cartulina blanca y señaló. Aquí está tu número.
Pero a Patricia no le interesaban las cifras. Sus ojos se clavaron en otro punto. En aquella montaña rusa, que subía y bajaba por dos veces simétricas. En aquel camino enrevesado que la conduciría a él. Aquellas líneas que no eran sólo líneas, eran una historia, eran un libro de besos, abrazos, caricias, llamadas, dudas, miedos, certezas, suspiros, lágrimas, dolor, esperanza, placer, sonrisas, miradas, paseos, domingos, películas, lunes, palabras, palabras, palabras… y silencios. Todo, todavía por llegar.
Oye, ¿y cuál es tu letra?, preguntó el padre curioso.
La eme, dijo ella con a penas un hilo de temblorosa voz. La M, repitió.
viernes, noviembre 10, 2006
Viernes... ya se sabe
Pasar del negro más oscuro al blanco más inmaculado de Ariel, me hace plantearme si realmente no seré un poco psicópata. ¿Soy una histérica de mierda, que va por ahí alarmando al personal o realmente tenía mis motivos para sentirme mal, frustrada, inútil, triste? A lo que yo, transformada en Clark Gable, me digo a mí misma: ‘Francamente querida, ni lo sé, ni me importa’.
Exacto, hermanos, hoy es viernes, y el viernes ‘ya se sabe’ (como decía la buena de María José Acosta, antes de que se convirtiera en la mala de María José Acosta). Por delante tengo once días de vacaciones. Muchas opciones para ver al hombre que me arranca suspiros, para disfrutar de cafés y de vodkas con licor de manzana, para estudiar Literatura (al fin, comienzo mi doctorado), para escuchar las nuevas canciones que interpreta con maestría mi sobrina, para abrazar a mi madre (que no hay más que una) o para coger de la mano a mi padre (que espero sea el que me dicen que es… jejeje). Reírme hasta el dolor con mi hermana. Disfrutar con el interminable ir y venir de mis hermanos y jugar con mis perros. (Suspiro).
miércoles, noviembre 08, 2006
Las cosas de Palacio van despacio…
Supongo que mañana las cosas serán de otra manera. Eso es lo malo, que no escarmiento y con una simple lucecilla al final del túnel, vuelvo a olvidar que una vez estuve mal y que ya tengo suficientes motivos como para salir corriendo... Pero eso será mañana, hoy me siento mediocre.
martes, noviembre 07, 2006
lunes, noviembre 06, 2006
Scoop o como soportar a Woody Allen
domingo, noviembre 05, 2006
Héroe
Bueno, bueno… me he dado cuenta de que hacía tropecientos post que no colgaba una fotillo en esta Negra (tirando para azul cielo) Espalda del Tiempo, y ahora que echo un vistazo rápido al blog, lo veo amazacotado (como decía la Mariajo de Latín y Griego), un poco triste, con una clara falta de color y en fin, repletito de letras. Me recuerda a las dobles (reportajes de dos páginas para el resto de mortales no periodistas) que cada fin de semana debemos dejar religiosamente en la carpeta roja con elastiquillo, sita en el primer cajón de la mesa del redactor jefe… Así que, para abrir una nueva etapa en el desierto de minutos y segundos (bien aprovechados) he elegido una foto que me gusta mucho.
Me gusta el brillo especial con el que aparece la rebeca… Me gusta pensar que es como el traje de un super héroe de cómic y me gusta que mi rostro quede oculto en las sombras, rodeándome así de un misterio impropio del personaje que represento cada día, cuando pongo el primer pie en el suelo de mi dormitorio.
Esta es la noche de difuntos (sí, publico con retraso, perdonen), y no sé si es costumbre pedir deseos… si no, me da igual, yo lo voy a pedir. Voy a encender una vela, voy a cerrar los ojos y a colocarme un antifaz en la cara… y cuando comience a entrar la fría brisa de la Ría por la ventana de mi dormitorio desearé ser un héroe o una heroína, en todo caso (que el deseo no lleva incluido el cambio de sexo).
Mi traje será similar al de esta foto, y andaré por las calles como Bruce en ‘El elegido’ conociendo de un solo roce el trágico destino de cada persona, e interviniendo para evitarlo.
Por supuesto, podré volar y recorrer 78 kilómetros en un segundo para asegurarme de que mi sobrina duerme plácidamente en su cama de noventa, que tan grande se ve todavía para ella. Oiré el sonido de su respiración y cuando la sienta tranquila y en paz, retomaré el vuelo y seguiré rumbo al sur.
Haré un alto en el Giraldillo, y continuaré mi particular vuelo (sintiendo el aire frío rajándome la cara- me encanta.) hasta la ventana de un octavo para comprobar también que mi príncipe de afiladas cejas y pómulos perfectos está a salvo.
Luego el camino de vuelta. La retirada del traje, no sin antes, hacer una última escala en mi ruta de super woman. En el Muelle de la Riotinto Company. En la planta superior. Respirando el aire frío. Viendo mi propio reflejo en la Ría, y recuperando fuerzas para, al día siguiente, volver a salvar al mundo.