sábado, agosto 26, 2006

Largo verano de noviazgo

Escribo por vez primera desde un ordenador que no es el del periódico. Esto es bueno; esto es que ando todavía de vacaciones por estas tierras mías que si bien no me vieron nacer, sí crecer, y espero que no me vean multiplicarme, no al menos de una forma natural... pero bueno, como diría mi buen ángel, esta es otra historia.
El sol cae por Aznalcóllar. Todo parece en paz. El salón de Pedro, recientemente convertido en Biblioteca, se ha convertido en mi particular oasis y tabla de salvación a estos días de pueblo tan deseados y temidos a la vez. El terrible sigue montado (dicen las malas lenguas que se quedará para la Fuente Clara) y Don Felipe, el gatito duerme en algún lugar de la casa. Tiene los ojos azules como su dueño, y permanece dormido sobre la palma de tu mano, no hay terremoto o barreno que lo saque de sus sueños... Paula grita mi nombre sin necesidad de pensarlo y me echa los brazos para que la coja y le cante canciones. Va a ser artista. En la familia nos lo tomamos con calma, pero no hay duda de que el cante y el baile serán lo suyo. El chiringito del moro prepara esta noche su fiesta de despedida del verano... uff! Y desde mi habitación sube a veces el sonido de los cascos de un caballo sobre los mal colocados adoquines de mi pueblo... mis perros ladran con el mínimo sonido... y ahora tengo que dejar de escribir porque mi buen Pedro ya ha bajado desde su habitación y trastea a mis espaldas buscando una de nuestras largas, divertidas e inagotables conversaciones.
El príncipe de mis días lejanos sigue abriendo interrogantes... pero esa es también otra historia.

1 comentario:

luigi dijo...

¿Le puedes decir a Jose que se cuide mucho? Y que si necesita algo, sabe donde encontrarme... Un beso