miércoles, agosto 09, 2006

Negra espalda del tiempo

mi negra espalda del tiempo está hoy más negra que nunca...

Dice Javier Marías que la esencia del Tiempo es precisamente que pase, que transcurra y que se agote, que se pierda... aunque sea eso, precisamente (otra vez), lo que nos aterra, lo que nos hace temblar ante las fotografías en blanco y negro y ante las afiladas e imbatibles agujas del reloj.
Dice Javier Marías que su paso no es ni una amalgama caótica de segundos, ni un tajo firme sin astillas...
Dice Javier Marías que la escena que mejor lo define es la de la batalla invisible que mantiene la luz natural de un amanecer, con la artificial, con la de las farolas que cada noche permanecen encendidas, y que aún lo siguen estando, incluso cuando el sol ya ha salido. Éste las ignora, y así ellas tienen aún un instante más para hacerse a la idea de su acabamiento (maravillosa palabra). Así es el paso del tiempo, dice. Y así debe ser...
Sin embargo, ocurre que a veces uno tiene la impresión de que hay cosas que nunca van a cambiar. Que hay vidas inagotables, capítulos para completar un número infinito de exitosas temporadas. Lo creemos, nos lo hacen creer, pero son solo treguas. Más aún, cuando nada es tangible, ni real, cuando esa vida que creemos eterna se ha creado en un cosmos virtual, lo cual (sé que no te gusta) nos lleva de la mano irremediablemente al universo de lo efímero.
Todo camina despacio hacia su destrucción...
Supongo que este blog también, y supongo que llegará su día, como parece que le ha llegado a Mi puta vida.
Y sin embargo, dice Javier Marías también, que duramos menos que nuestras intenciones, así que, mi querido Jose, te anuncio y te avierto que a pesar de tus siete candados, hay asuntos (como hay heridas) que nunca se pueden cerrar, y que permanecerán sobre la tierra más que incluso nosotros, que tú y que yo, aunque sea vagando por la negra espalda del tiempo.