Confieso que, aunque mi afición por el deporte rey es normalmente mínima, estoy disfrutando con este Mundial como no esperaba hacerlo. Disfrutando no sólo con las victorias y el juego de los chicos de la Roja, también, y especialmente, con el ritual en torno a cada partido de nuestra Selección, con los nervios compartidos, con la ilusión compartida.
El domingo haré noche en el pueblo para ver la final con mi familia. Creo que le traemos suerte a España.
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