miércoles, abril 25, 2007

El retrato de Dorian Gray

Un lejano amigo me escribió una vez: "Es extraña la visión que una persona tiene de la visión que los demás tienen de ella". Supongo que es una obviedad, pero desde que leí aquello en un sorprendente mail (por otros muchos motivos) la idea me acompaña siempre. Así que, así andamos por el mundo, con nuestro particular 'sanbenito'; fingiendo lo que no somos porque los demás piensan que somos otra cosa; recomendándonos a la diosa Fortuna para no desenmascararnos a nosotros mismos en medio de nuestras "aceleraciones inútiles" del día tras día. Evitando los tropiecos; borrando los indicios de una existencia latente que en ocasiones nada tiene que ver con la brinca en la superficie.

Y cada noche, llegamos a casa, y tras colgar el traje de super héroe en el armario, subimos hasta la última planta de nuestra existencia injustificada y nos adentramos en la oscura habitación del fondo del pasillo. Allí nos espera el verdadero retrato. Nos enfrentamos a nuestro verdadero rostro: sucio, oscuro, deforme por el efecto de la máscara impuesta para nuestra cotidianidad. Cada noche nos contemplamos durante unos segundos. Nos lo debemos. Sin embargo llega ese día, en el que ya no nos queda valor para subir a la habitación cerrada con llave, y mucho menos para contemplar el retrato. Nos conformamos, entonces, con la máscara del espejo. Y nos acostumbramos a ella. Tanto, que olvidamos el retrato. La habitación que lo oculta queda cerrada para siempre. Tiramos la llave al fondo de la Ría o del pantano y maquillamos nuestro falso rostro con un poco de colorete Rose D'or Número 34.

3 comentarios:

Cecilia dijo...

Cuando llega el final del día y has hecho todo lo que querías hacer o lo que debías hacero lo que te han impuesto que hagas, es entonces cuando te desmaquillas y ves lo que hay, aunque no siempre te guste. Pero, te guste o no, sigues siendo tú misma, con Rouge D´or o con Max Factor 25. El día a día nos va desgastando y aliena tanto nuestra verdadera esencia que puede que al final no sepas quién eres. Pero siempre, siempre, con o sin maquillaje, sabes, en el fondo, de qué pie cojeas. Y eso es lo que hace que puedas irte a la cama sin temor a levantarte al día siguiente y no reconocerte en el espejo.

Sin duda es un tema interesante el de los espejos y las máscaras. Y me ha encantado lo de colgar el traje de super héroe en el armario. Sobre todo porque las mujeres trabajadoras y medianamente independientes estamos en esa tesitura, de Super Woman, aunque a mí siempre me ha gustado más Poison Ivy. ;)

Cecilia dijo...

Por cierto, si tienes ocasión, escucha una canción del grupo Astrud que se titul 'Noam Chomsky'. Brutal.

Anónimo dijo...

Astrud, Max Factor... En fin, tendré que desintoxicarme de este blog de tías lo antes posible...