lunes, diciembre 18, 2006

Obras

Obras, ¿quién las quiere? Lo trastocan todo. Nos hacen salir de la rutina, del ‘todo bajo control’ del día a día. Paradas de bus cambiadas, calles cortadas, polvo, ruido, aceras levantadas que nos obligan a caminar por pasarelas desequilibradas montadas por un grupo de albañiles presionados para que todo este listo antes de las municipales. Y sin embargo, cuando esta mañana desemboqué cual río de mala leche en la Plaza Nueva (eran las nueve de la mañana y sólo tenía un café en el cuerpo), sentí que había merecido la pena, y eso que quien abajo firma es una sevillana en el exilio y no una sufridora directa del efecto devastador que durante meses han provocado las obras en la capital andaluza. Pero aún así, digo, ha merecido la pena. Y lo habrá merecido para todos los que tengan la oportunidad de pasear por la céntrica plaza con el frío cortando el rostro, y el solecito aliviando un poco, con las jardincillos plagados de flores de Pascua, y la exposición de esculturas gigantes que parecían haberse escapado de la Antigüedad. El Bélén, precioso, del Ayuntamiento. Y sobre todo la visión de la colosal Avenida de la Constitución, sin coches, preparada para acoger en sus seno a los peatones con las huellas del futuro tranvía. Qué espectáculo.
No sé si es la Navidad, no sé si es el amor, o a caso la tarde con mi sobrina lo que ha ablandado mi corazón, pero lo cierto es que considero que, efectivamente, tanta lata y tanto albañil suelto piropeando con su bocadillo de chorizo a las 10 de la mañana (claro, si llevan desde las 6 currando) ha merecido la pena. Desde aquí hago un lamamiento (no es una errata es que tras este término se esconde una historia) para todo aquel que disponga de una horita libre se de un paseo estas semanas por el centro de Sevilla. Que acudan a la Plaza Nueva, visiten el Belén y se asomen a la maravillosa avenida, con su poquito de Catedral y todo.
Y nada que disfruten, que ya que han sufrido con las obras, puedan al menos ahora degustar el trabajo bien hecho.
Dixit. Delenda est Cartago.

1 comentario:

Pedro-Abeja dijo...

Nos está quedando la siudá presiosa, como quedó el barco cuando el capitán dijo: A bordá el barco! Jajaja. Me encanta ese chiste. :P

Pues yo, si el buen Dios así lo quiere y los astros no se oponen, disfrutaré esta tarde de un buen paseíto por el centro atestado de gente haciendo sus compras y, sobre todo, de la buena cervecita en algún bar o del buen vinito que es mejor pa´ entrar en calor.

Oy tengo ganas de Sevilla.

Besos amore mio.