lunes, abril 17, 2006

A veces la mañana (del lunes) ayuda

Siguiendo la línea de originalidad que llevo en este humilde blog, me he permitido el lujo de tomar prestado el título que José Saramago da a una de esas crónicas maravillosas de este mundo y del otro que tan buenos recuerdos a mi me traen...
En fin, he de reconocer que la del domingo fue una mañana triste, gris ( a pesar de que el sol brillaba), estaba tan hundida en mi 'porca miseria' que decidí colarme de nuevo en mi cama y hacer lo que otros muchos días a todos nos apetece hacer, esto es, taparme enterita con las sábanas y no dejar más que un ojo asomado a la realidad, alerta, por si algo sucede...
Me lamentaba yo de mi misma, cuando la insistencia de mi madre me sacó irremediablemente de mi estado de entimismamiento (lástima que tu no puedas leerlo, lástima que tu nunca sepas, lástima que no conocerás jamás...), viendome obligada a echarme a la calle con la mente algo perdida, con la sonrisa torcida y con los rizos caídos... (lo que no consiga una madre!!!).
"Pero lo peor, pensaba ya por la tarde, está por llegar". Si la mañana del domingo había sido desastrosa hasta el suicidio, imaginénse la del lunes. Sobre todo cuando hacía NUEVE días que no daba un palo al agua, y debía enfrentarme una vez más a los pormenores del trabajo, a los pequeños esfuerzos que cada día cuestan más: buscar un teléfono en la agenda, llamar, saludar como si ese instante fuera de felicidad absoluta cuando lo que realmente te apetece es mandar a tomar por culo al que escucha al otro lado, explicar cien mil veces a tu jefe en qué consiste tu noticia del día; una condena lenta, infatigable, letal como la muerte dulce.
Llegué a la redacción, algo despistada, todavía con la tristeza pisándome el bajo de los pantalones, y sin embargo, lo primero que encontré fue una sonrisa, dos, tres...
No es la primera vez que esto ocurre, pero esta mañana (no sé por qué) no lo esperaba, por lo que fue una doble, triple sorpresa la que me llevé, y también una doble, triple lección. Esa misma de Saramago, que a veces la mañana ayuda, que todavía podemos tener esperanza en el lunes y en la gente que nos rodea... que siempre hay un motivo para seguir con las llamadas, con la búsqueda en las agendas, con las explicaciones y las justificaciones. Que todavía cuando el teléfono suena, pueden sorprenderte, aunque no sea la voz más esperada, y todavía quede un resquicio de cielo azul oscuro, casi negro, al fondo del cajón.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Sinceramente, debes dedicarte a la literatura. Y, hazme un favor, deja de citar a grandes autores, porque tienes la suficiente inteligencia, técnica redaccional, imaginación, inventiva y talento (también físico) como para crear un universo propio, OK? Un beso.