sábado, noviembre 25, 2006

Mr. Marias

Como no podía ser de otra forma, llegué a Javier Marías gracias al consejo de un profesor de Literatura. No aquel, con el que todavía sueño reencuentros, esta vez fue otro por el que, siguiendo la tradición, sentí también una gran admiración que (lo digo para vuestra tranquilidad y por mi reputación) no llegó a ser enamoramiento.
En fin, me recomendó Negra Espalda del Tiempo. Vamos, la recomendó en clase, pero como yo soy una alumna muy aplicada, corrí a comprármela. ¿Tiempo?, me dije, esto me interesa. Y en efecto, así fue…
Me dejé llevar por la narración (por su forma de narrar), por sus interminables enumeraciones, paréntesis, por esa literatura que se mueve en círculos concéntricos y en la que al final, todo confluye. Cuando leo algo de Marías, me cuesta creer que pueda haber alguien en este mundo al que no le guste su prosa. Pero bueno, eso es bueno. La variedad, digo. La diferencia.
Yo no tengo el gusto de conocerlo personalmente (más allá de la asistencia a una de sus charlas). No sé si es buen amigo, si es amante fiel o bandido, respetuoso hijo o cariñoso padre (aunque no tiene vástagos conocidos). Me gusta su forma de mirar, como escudriñándolo todo, su media sonrisa torciendo un poco la boca, su mano de sombra… su pin de Shakespeare en la solapa (siempre), su gusto por el cine, su inusitada defensa del fútbol (remito al post 0h, capitán, mi capitán), sus símiles, sus sustantivos en miento (acabamiento, fingimiento, apagamiento…), sus librerías y su búsqueda en las librerías de viejo, con manos enguantadas para evitar el polvo.
Me gusta como entiende el paso del tiempo, como juega con él y como ha sabido verbalizar el sentimiento de que no sólo somos lo que somos o fuimos, lo que hacemos o hicimos; también lo que nunca seremos ni fuimos, lo que nunca haremos ni hicimos. Mr. Marias (con acento en la ‘ma’) como lo llamaban en Oxford dio más sentido a mi vida. Leerlo fue como cuando en el panel de letras de aquel exitoso programa de televisión, de repente uno encontraba la palabra de nueve letras. Y aquella fila ilógica (a priori) de vocales y consonantes se convertía en un cartel luminoso, claro que nos parpadea sin descanso la palabra, al fin, hallada.



Pd. Ya era hora de que hablara del espíritu que habita mi blog desde el comienzo de los días. Desde que los post no tenían nombre y había que señalarlos con el dedo ;)

3 comentarios:

Ra Rendón dijo...

Bueno, vaaaale. Tendré que leer algo de Javier Marías. Es que lo haces tan interesante, que ya no me resisto. Tampoco he podido resistirme a meter en el google su nombre y pinchar en imágenes en busca de esa media sonrisa y de su pin de Sheakespeare. Por cierto, he encontrado una página-blog, que me imagino que conocerás, donde puedes encontrar todo todito lo que quieras de Mr.Marias. Por si no has entrado nunca, te dejo el link www.javiermarias.es. Besos wapa.

Oye, qué tal en la clausura del FEstival?

Ra Rendón dijo...

"Autocensura más bien no. Censura, ya le he dicho. Las libertades hay que tomárselas, no que reprimírselas. De eso, al parecer, ya se encargan siempre otros. Pues que se encarguen ellos, no va uno a hacerles además el trabajo" (Javier Marías). Me ha encantado esta respuesta en una de las entrevistas que le han hecho. Genial

Pedro-Abeja dijo...

Por fin ese homenaje que llevabas tanto tiempo queriendo hacerle a Javier Marías. Pero mientras lo leía he pensado que, en realidad, el homenaje ya se lo venías haciendo desde hacía tiempo. Que todo tu blog (desde el título) lo es.
Yo sólo he leído un libro suyo que tú me pasaste y que me encantó. Tendré que leer más. Pero también a mí, como a ti, se me acumulan las lecturas. Hay cosas que no me dejan tiempo para casi nada.

Te Chero.