martes, abril 25, 2006

Los otros

En estos días de tiempos oscuros me he acordado de un relato de Julio Cortázar que leí hace años, y del que a penas me queda la impresión que me causó. Es una historia triste, que habla de dos ancianos que, de un día para otro, empiezan a escuchar extraños ruidos en una de las habitaciones de su casa. Deciden pues, eliminarla de sus quehaceres diarios. No vuelven a entrar en ella, no se asoman, no se acercan siquiera a la puerta de entrada. Pensaba el matrimonio que de esta forma estaría a salvo; sin embargo, los ruidos resurgen en una nueva habitación, por lo que ya son dos, las que quedan aisladas. El salón, la cocina, el pequeño cuarto de baño... los pobres viejos poco a poco van siendo arrinconados en su propia casa, huyendo de aquellos sonidos, de aquellas voces, de aquellos ruidos que atormentaban su vida diaria. Hasta que finalmente, apenas les queda una losa de hogar, sobre la que terminan muriendo (bueno este final de la muerte, la verdad es que me lo he inventado... no recuerdo con seguridad que murieran pero tampoco creo que el final verdadero del relato fuera menos trágico).
También me he acordado hoy, de una noche en París, cuando hablaba en mi maravilloso piso de 40 metros cuadrados con el eterno becario. Un buen amigo que se confesó amante de Cortázar y al que hablé de esa misma historia por ser, dicho sea de paso, lo poco que conocía del escritor (mea culpa), y que con emoción verdadera me lanzó: "Claro, es magnífico ese relato, habla de la dictadura". Así que: ¡AH JÁ! De la dictadura; claro... todo adquiere sentido, y más belleza aún.
La pregunta es:
¿Y si el futuro fuera como una especie de dictadura, que desconocemos, que no sabemos qué nos deparará; a la que igual tenemos que enfrentarnos SOLOS (y cuando digo solos, digo solos), y que termina por arrinconarnos ante nuestra incapacidad de enfrentarnos a ella? Terminamos entonces como pasas, en un pequeño rincón, prisioneros de nuestro propio miedo, preguntándonos sin cesar qué había tras la puerta, a quién pertenecían las voces, de dónde provenían los ruidos...
De verdad, intento ser optimista, pero es que no me sale... (uy, esto me recuerda a otra historia, a ver si mi lector lo averigua)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Con críticos como jose, quién necesita a Antonio Gasset o a Jesús Vigorra. En fin, ahora entiendo de dónde ha sacado Ismael Serrano el argumento para su canción del último disco, ésa en la que un nota muere de miedo en posición fetal en su camita. A mi también me pone la pluma de Patruki, aunque ya puestos a poner apelativitos doy algunas sugerencias a Mala Vida: Patrichi, Pa, Patroclo, Patriminí, Patristerio, Patrestater, Patrivicio, Patrilicio... Un abrazo a jose (algún día me meteré en tu blogggggggg)